DECIMOSEXTA “CARROLA”: GOZOSA Y ESPLENDIDA JORNADA

10 06 2019

Dos estimadas personas, fontanarejeñas de pura cepa, doña Silvia Muñoz Pavón y don Esteban Muñoz Gutiérrez asistieron al anual encuentro de la “Carrola”.

La cálida aurora, del uno de junio, auguraba día tórrido. Y no defraudó. Nos acompañó, en primavera, el verano desatado.

Otro año más, y van dieciséis,  la Asociación Amigos de las Luminarias cumplió con el ritual celebrando un encuentro donde la degustación de la gastronomía autóctona y el debate tertuliano  se funden enriqueciendo a los asistentes.

Este año los invitados han sido don Esteban Muñoz Gutiérrez y doña Silvia Muñoz Pavón. Ambos han trabajado como taberneros desde el día veinticinco de julio de mil novecientos ochenta y tres,  hasta el cierre del establecimiento, el treinta de agosto de dos mil dieciséis. Fueron treinta y tres años regentando su bar, “El Cazador”, en Fontanarejo de los Montes. Con ellos compartimos mesa y mantel.

El escenario tuvo lugar en la dehesa boyal, en el paraje denominado “Cañá la Laguna”. Un marco sin par. A la sombra de sus chaparros holgamos respirando el aroma tardo primaveral, en una impoluta naturaleza.

Comenzamos la reunión con diversidad de exquisitos entrantes: quesos de la comarca, tortillas, alguna de espárragos autóctonos, y todo acompañado de buen vino. El ágape consistió en una deliciosa caldereta acompañada del respectivo “revientalobos”. Todo ello, como siempre, realizado con excelente maestría por don Ceferino Muñoz Muñoz.

Tras la comida, comenzó una animada e interesante tertulia donde los taberneros recordaron sus comienzos, en un negocio novedoso para ellos, y  que incluso Esteban, hijo de una tabernera mítica la Tía Isabel, no tenía tablas para afrontar el futuro con convicción, dado que él siempre había trabajado en el campo, y en trabajos ajenos a la restauración.

Se recordaron aquellos tiempos, en los que los bares de  nuestro pueblo eran lugares de encuentro para sus gentes.

Por las mañanas temprano, los hombres acostumbraban a juntarse en el bar a tomar unas copas de anís u otros licores, antes de ir a trabajar al campo.

Las tabernas, por las noches, se llenaban de personas  que se sentaban en las mesas y charlaban compartiendo una jarra de vino o de cerveza (aún no existía la televisión). No era lo habitual beber en la barra. Más tarde, en los años setenta, los jóvenes pusieron de moda los barreños de ponche, cerveza, sangría y cubatas. Hubo alusiones a los “oropéndolos y a los invasores”, dos grupos de jóvenes, que en buena armonía, manifestaban dos visiones diferentes de ver la vida, la moda y la música.

Cuando Esteban y Silvia comenzaron su vida de taberneros, ya, se había producido un cambio importante. La gente  tenía un mayor nivel económico y el consumo era diferente las personas alternaban en la barra, chateando a mediodía y a última hora de la tarde; por la noche, se alternaba en la barra y el personal consumía cubalibres.  Generalmente, se recorrían los distintos bares sin practicar el sedentarismo. Eran otros tiempos.

Tras la tertulia, a los convidados se les impuso el pañuelo y el sombrero distintivos de nuestras ancestrales “Luminarias”, y se les entregó un pergamino con la historia de nuestro lugar. Acto seguido, los agasajados firmaron en el libro de honor de la tertulia la “Carrola”.

Nos despedimos gozosos de haber pasado un día afortunado.

Juan Manuel Gómez Fernández

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Un comentario

11 05 2023
Alicia

Papis sois muy grandes!!… Gracias por vuestra lucha! Os quiero ❤️ Viva El Bar el Cazador y Viva los Muñoz❤️

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