ENTRE LOS ASISTENTES ESTUVO ANTONIO PASCUAL COLÁS, MAESTRO EN FONTANAREJO ENTRE 1959 Y 1973, Y SIETE ANTIGUOS ALUMNOS
Quedamos en vernos un día de este invierno del nuevo año 2022 en el pueblo, al aire libre y con una hoja de ruta bien sencilla: charlar, comer, paseary disfrutar de un entrañable paisanaje y un extraordinario paisaje. Pensábamos que nos vendría bien a todos para “oxigenarnos anímica y emocionalmente”, un “oxígeno emotivo”que tanto estamos necesitando en estos tiempos tan difíciles.
Y eso es lo que hicimos,hace ya unos días, un grupo de amig@s en el impresionante paraje de Valdepajares, en la singular casilla de Eloy, en un día soleado y espléndido. Asistió al encuentro Antonio Pascual Colás, que fue maestro en nuestro pueblo durante catorce años,desde 1959 a 1973.Y entre l@s asistentes estábamos también siete fontanarejeños que,en los años cincuenta, sesenta y setenta, fuimos a la escuela con Don Antonio Pascual: Enrique, Ceferino, Juanma, Federico, Eloy, Justo y Eloy. Los siete antiguos alumnos nos hicimos una foto con nuestro recordado maestro, como puede apreciarse en una de las imágenes que acompañan a este texto.
Conversar con Antonio Pascual es siempre un disfrute pues, además de haber ejercido muchos años como maestro, es un erudito en cine, un viajero empedernidoy un lector constante. Pero si, además, la conversación fluye durante una relajada jornada en un paraje rodeados de morros en Fontanarejo y con una riquísima cocina casera, el disfrute es total. Degustamos, dicho sea de paso, un riquísimo asadillo, una exquisita asadurilla de cordero frita con cebolla/pimientosy unas riquísimas chuletas de cordero lechal asadas a las brasas.
En la larga e interesante tertulia hablamos sobre todo de la escuela de antaño, allá por los años sesenta, cuando Don Antonio Pascual Colás ejerció como maestro en la escuela pública en nuestro pueblo. Y surgieron un buen catálogo de vivencias y anécdotas en el entorno escolar y social de aquélla época. También vimos un amplio catálogo de fotos retrospectivas sobre las escuelas de entonces, instantáneas que sirvieron para dar cuerda al recuerdo de unas aulas con pupitres de madera, tinteros, pizarra con sus tizas, estufa de leña etc.
Estábamos tan agusto que nos quedamos allí, en Valdepajares, hasta casi la media noche y terminamos catando una sabrosa morcilla de Burgos. Pudimos gozar de un impresionante y precioso atardecer entre montes llenos de jarales, brezos, romero, tomillos etc. Y, tras la puesta de Sol, disfrutamos de una preciosa luna y de unas estrellas que brillaban por todo lo alto en una bóveda celeste que es especialmente nítida en muchos parajes fontanarejeños.
Lo dicho una jornada completa que sirvió, entre otras cosas, para mejorar la recuperación emocional y los ánimos en estos tiempos salpicados de dificultades, angosturas y temores.
J. Muñoz Fernández


















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