CORPUS CHRISTI: UNA FESTIVIDAD QUE RELUCE EN FONTANAREJO

20 06 2020

LOS TRADICIONALES ALTARCILLOS Y LAS CALLES ADORNADAS CON ARBUSTOS COLCHAS Y SÁBANAS, MARCAN UNA SINGULAR PROCESIÓN CON LA APRECIADA CUSTODIA, QUE ESTE AÑO NO SE HA PODIDO LLEVAR A CABO DEBIDO A LA PANDEMIA

LA IGLESIA PARROQUIAL ACOGIÓ UNA MISA, SIGUIENDO LAS NORMAS DE DISTANCIAMIENTO ESTABLECIDAS, EN LA QUE HUBO UNA EXPOSICIÓN/ADORACIÓN DE LA CUSTODIA CON LA SAGRADA FORMA, CON LA QUE EL SACERDOTE BENDIJO A LAS PERSONAS ASISTENTES Y DESPUÉS LO HIZO A TODO EL PUEBLO DESDE EL PORTALILLO DEL TEMPLO.

Justo Muñoz Fernández

Desde siempre, la festividad del Corpus Christi ha sido y es una de celebraciones muy señaladas en nuestro pueblo donde, por lo que se aprecia, la mayoría del vecindario se suma al conocido dicho: “Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión”. L@s de Fontanarejo han mantenido y mantienen viva una secular tradición que consiste en colocar singulares altarcillos en las calles y en engalanar con arbustos, colchas y sábanas el recorrido de la procesión por donde pasa su venerada y apreciada custodia. Acompañan estas líneas algunas fotos retrospectivas de la procesión del Corpus en nuestro pueblo en los años cincuenta y posteriormente en los setenta, así como instantáneas tomadas el año 2010 y el pasado año.

Las vías urbanas por donde discurre cada año el tradicional ritual del Corpus Christi se suelen adornar en vertical, es decir colocando en todas sus paredes arbustos,- fundamentalmente retamas-, que van marcando el itinerario procesional con un color y un olor muy especial. Las bocacalles se engalanan/“tapan” con preciosas colchas y sábanas bordadas que suponen toda una exposición de artesanía y una muestra del bordado/costurerismo local.

Reseñar que la custodia de Fontanarejo es una obra del arte renacentista. Esta joya de la orfebrería religiosa se mostró al público en la Exposición Iberoamericana de Sevilla en el año 1929, dentro del Pabellón de Castilla La Nueva.

Comentar también que era habitual que l@s alumn@s de la escuela pública de Fontanarejo se fotografiaran en grupo, y en fechas pegadas al Corpus Christi, junto a la apreciada custodia del pueblo. Por otro lado, también era habitual que muchos de los agricultores locales hicieran un alto en el camino y pararan las tareas de siega durante la jornada del Corpus.

Este año y a causa de la emergencia sanitaria por la pandemia del coronavirus, la festividad del Corpus Cristi se ha ceñido a una misa, con adoración/exposición de 10 minutos de la apreciada custodia, que estaba colocada sobre el altar. El acto litúrgico tuvo como escenario la iglesia parroquial de Fontanarejo, siguiendo las medidas sanitarias y de distanciamiento. El sacerdote, Carlos Ferrero Moreno, tras bendecir con la custodia, que portaba la Sagrada Forma, a todas las personas que asistieron a la misa, salió al portalillo del templo y, sólo y elevando la custodia portadora del Corpus Christi, bendijo también solemnemente a todo el pueblo, en un momento muy emotivo.

Tampoco se han celebrado este año las primeras comuniones, que se suelen hacer coincidir siempre con la festividad del Corpus Cristi.

Termino estas líneas haciendo un reconocimiento personal y público a todas las personas de nuestro pueblo que han mantenido esta costumbre a lo largo del tiempo; y a las que aún mantienen viva la tradición, cuando las circunstancias lo permiten, de montar los pequeños altarcillos y la peculiar tarea de engalanar las calles con arbustos, sábanas y colchas. Mi aprecio, consideración e intenso y afectivo aplauso a tod@s l@s paisan@s que ya no están entre nosotros (descansen en paz); y a las que aún velan y trabajan por preservar e impulsar esta secular tradición fontanarejeña.

(*) Las fotografías que acompañan este texto son: la número 1 es del año 2009 ; la 2 del año pasado; la 3 y 4 de los años cincuenta; la 4,5,6,7,8,9,10 y 11 de los años setenta, y el resto son del año 2010 (realizadas por Juan Ramón Navarro García y Justo Muñoz ); y del pasado año 2019 (tomadas por Juan Manuel Gómez Fernández).

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“CIBERLUMINARIAS 2020”: UN GRAN “RESCOLDO” DIGITAL

15 05 2020

EL EMOTIVO “SAHUMERIO ONLINE” CIRCULÓ POR LA RED SALPICADO DE ABRAZOS VIRTUALES Y LLENO DE VIVAS A LAS LUMINARIAS, VIVAS A FONTANAREJO Y VIVAS A SAN FELIPE Y SANTIAGO

Justo Muñoz Fernández

Era la primera vez, debido a las inéditas y difíciles circunstancias que vivimos, que algunas personas celebrábamos unas “CiberLuminarias” a través de ese inabarcable mundo Oline. Tengo que reconocer que esto de las vídeo-conferencias, -tan al uso en estos duros tiempos de confinamiento y angosturas-, ha supuesto por un lado un auténtico disfrute en lo humano, y por otro la constatación de que nuestra más ancestral costumbre “circula” muy bien y a toda velocidad por la Red. Las peculiares lumbres de romero verde han “ardido”, en esta insólita ocasión, con una desconocida “flama” Online llena de tradición y costumbrismo. Un “rescoldo virtual” que nos ha unido a much@s fontanarejeñ@s que nos encontrábamos en lugares muy lejanos.

Decir que, previamente, habíamos quedado un grupo de amig@s que vivimos en tres comunidades autónomas distintas y distantes, en algunos casos a más de 500 kilómetros: (Castilla y León, Madrid y la Comunidad Valenciana). Algunos días antes, decidimos “vernos” el 30 de abril al atardecer, entre dos luces, para “celebrar” Online nuestras inolvidables y queridas Luminarias. Y así lo hicimos observándonos a través de los móviles, con nuestros simbólicos pañuelos verdes al cuello, en una emotiva videoconferencia de las que dejan huella en el paisanaje. Y justo a las nueve de la noche activamos y escuchamos la grabación del sonido de la campana de la iglesia de nuestro pueblo e inmediatamente “encendimos” digitalmente nuestras particulares lumbres mientras gritábamos, a través de los teléfonos móviles, un sentido aunque lejano… ¡Vivan las Luminarias de Fontanarejo!; y un emotivo ¡Viva San Felipe y Santiago!. Todo ello salpicado de abrazos virtuales. Fue muy emocionante.

Mientras este grupo de amigos celebrábamos nuestras Luminarias 2020 a través de la Red, nos llegaban a los teléfonos móviles, -qué gran soporte en estos momentos de obligado distanciamiento social-, fotos e imágenes de fontanarejeñ@s echando sus simbólicas lumbres en el Reino Unido, Granada, Ciudad Real, Madrid, Barcelona, Córdoba, Fontanarejo etc. Todo un universo digital que nos “abrazaba” en un inconfundible sentimiento de paisanaje.

En este contexto, reseñar que la asociación Amigos de las Luminarias de Fontanarejo “colgó” en las Redes Sociales, en Whatsapp y en este mismo blog, un magnífico video, montado por Roberto García, que recoge un manojo de preciosas fotografías de nuestras peculiares lumbres de romero (puede verse aquí mismo, un poco más abajo). Un documento audiovisual que corrió a escape por ese inmenso mundo digital. Algunas prestigiosas entidades, como la Asociación Cultural Montes de Toledo, decidió reenviar a todos sus asociados el citado vídeo.

Por otro lado, Carlos Arias Alcaide montó y editó un excelente documento gráfico/sonoro con vídeos que, a la vez, le habían hecho llegar paisan@s celebrando las Luminarias desde numerosos lugares. Sitios que van desde Polonia a Mallorca, pasando por Benidorm, Madrid, Talavera, Barcelona, Ciudad Real, Murcia, Getafe, Reino Unido etc. etc. etc. Maravillosos y emotivos mensajes de vivencias en la obligada distancia. También puede visualizarse aquí mismo el citado vídeo.

Si el denominado Patrimonio Cultural Inmaterial o intangible tiene mucho que ver con las emociones, los sentimientos, las vivencias, los recuerdos, las ausencias etc. no cabe duda que nuestras ancestrales Luminarias son un gran Patrimonio Cultural Inmaterial que, además, nos une y nos imprime un profundo sentimiento de identidad a l@s de Fontanarejo.

Añadir como dato referencial que, años pasados, algun@s fontanarejeñ@s que no pudimos acudir al pueblo por circunstancias diversas, también echamos nuestras simbólicas lumbres de romero en lugares lejanos. Y esto me recuerda también cuando antaño, según narran nuestros antepasados, los pastores y cabreros que no podían venir al pueblo pues dormían en las majadas y en los apriscos echaban allí mismo sus lumbres de romero cada 30 de abril al atardecer, uniéndose así en la distancia al peculiar y entrañable sahumerio que, a esa misma hora, inundaba todo el casco urbano. Se sumaban al singular ritual en un día tan señalado en el calendario festivo local.

Este año, en la lejanía y debido a las difíciles y complicadas circunstancias que vivimos marcadas por el confinamiento, la incertidumbre, la perplejidad y el sufrimiento, no hemos podido cumplir con la secular tradición que nos legaron nuestros antepasados de abrir las puertas y ventanas de nuestro pueblo para que entrara el oloroso humo en viviendas, cámaras, tenadas, pajares, trojes y algorínes.

L@s de Fontanarejo recordaremos, ya para siempre, este funesto, bisiesto y siniestro 2020 como el año de la pandemia en el que no pudimos encender nuestras ancestrales “Luminarias” de romero verde a las puertas de todas las casas al atardecer del día 30 de abril. Nos hemos conformado, por primera vez, con celebrar Online nuestra peculiar costumbre que, pese a todo, “brilló” con un gran resplandor digital.

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CUANDO EN FONTANAREJO SE UTILIZABAN ZAFRAS, CÁNTAROS, JARROS, ALCUZAS Y CANDILES

5 03 2020

EL ACEITE SE OBTENÍA EN NUESTRO PUEBLO, EN TIEMPOS REMOTOS, PISANDO LAS ACEITUNAS METIDAS EN UN SACO SOBRE UN BANCO DE MADERA Y ECHANDO AGUA HIRVIENDO

LAS ARROBAS CON EL PRECIADO LÍQUIDO SE DEPOSITABAN EN LA ZAFRA Y DE AHÍ SE SACABAN LOS JARROS Y ALCUZAS PARA EL CONSUMO DE TODO EL AÑO, TANTO PARA COCINAR COMO PARA EL ALUMBRADO CON LOS CANDILES Y LAS LAMPARILLAS

Justo Muñoz Fernández

Hace poco nos referíamos en este mismo blog – (ver reseña aquí mismo, un poco más abajo)- al denominado “resbusque” de aceitunas en el Fontanarejo de antaño. Hoy vamos a tratar de explicar cómo se obtenía el aceite en nuestro pueblo, también hace ya muchos años, pisando las aceitunas y de manera totalmente artesanal.

Tenemos que remontarnos a tiempos en los que en Fontanarejo la recogida de las olivas era una de las tareas más importantes dentro del ciclo productivo agrícola anual. Una estudiantina de la época reseñaba esta tarea con gran entusiasmo, y en un año que debió ser bueno de aceituna, con una letrilla que decía así: “Las aceituneras de Fontanarejo tenemos mucha alegría/ que este año hay mucho aceite/ y haremos mucha candelilla”. O lo que es lo mismo “Aceite abundante, buen año por delante”, que decía el dicho.

En aquéllos pretéritos años, los trabajos de “ordeño”, vareo y “rebusque” se solían iniciar bien pasado todo el ciclo navideño, pues el sabio Refranero indicaba que “Quien coge aceitunas antes de enero, deja el aceite en el madero”, o aquel otro que sentencia …”Mientras la aceituna cuelga de la rama, aceite gana”.

Parece evidente que la recolección olivarera por aquél entonces se debía llevar a cabo cuando el fruto estaba lo más maduro posible. Hay que tener en cuenta que las aceitunas se sometían a una ardua tarea de duro pisado para obtener las arrobas de aceite que se echaban en la zafra, un singular depósito de metal donde se sacaban después, durante todo el año, los jarros y las alcuzas de hojalata con un contundente aceite. También se solía llevar el aceite a los hatos y a las majadas en las ancestrales aceiteras elaboradas con cuernos de reses vacunas a los que, una vez limpiada y extraída la parte maciza, se les tapaba con un taco de corcha y también de madera.

Hablamos pues del aceite como un producto que era clave para la subsistencia en el mundo rural de entonces tanto para cocinar, como también para alumbrar las dependencias de las casas y tenadas con los tradicionales candiles, lamparillas etc.

PISADO DE ACEITUNAS SOBRE UN BANCO Y CON AGUA HIRVIENDO

Decir que, antes de que se pusieran en marcha las almazaras que funcionaron en nuestro pueblo ya más mecanizadas, el aceite se obtenía pisando la aceituna. Una laboriosa y dura tarea, según los testimonios recabados en nuestro pueblo, que se llevaba a cabo en las casas, tenadas o corrales donde se procedía al aplastado de las olivas metidas en un saco o costal y pisoteándolas sobre un banco de madera ligeramente inclinado en rampa. Un artilugio que habitualmente se conseguía de un gran tronco de árbol, generalmente de roble, tras moldearlo a base hacha, azuela y pericia.

Al banco subía el “pisaor” quien, con gran destreza, cogía con una mano el saco/costal cargado de aceitunas y con la otra mano, para no perder el equilibrio, se sujetaba de una soga que a la vez estaba amarrada a una viga.

Previamente a esas intensas jornadas del pisado de las aceitunas, la cosecha se solía dejar apilada un par de días más o menos en una troje o algorín para que fermentara. El día antes del pisado se las solía pasar por agua para eliminar la posible tierra o suciedad. De ahí se iban sacando y depositando en un saco o costal, elaborado con un tejido especial. Un embase que manejaba el “pisaor” con maestría y acierto pues había que sacudir y colocar el saco lleno de aceitunas en una serie de posturas específicas para que saliera el mayor líquido posible. Para ello se iba echando agua muy caliente sobre el saco para lograr un mayor rendimiento. Agua hirviendo que, a la vez, se lograba colocando una gran caldera sobre las trébedes de hierro y en una gran lumbre, alimentada frecuentemente con jarones secos, para lograr una mayor combustión.

Todo el líquido que salía lentamente del saco pisoteado iba cayendo a un recipiente del que, por decantación, se sacaba el alpechín que mana de las aceitunas y que la RAE define como “líquido obscuro y fétido que sale de las aceitunas cuando están apiladas antes de la molienda, y cuando, al extraer el aceite, se las exprime con auxilio del agua hirviendo”.

El aceite, que se cogía con esmero de la parte alta del recipiente, se depositaba en las zafras y era de vital importancia para el consumo anual de cada casa.

Añadir, para terminar esta retrospectiva, que de los posos que se iban depositando en el fondo de las zafras que albergaban las arrobas de aquel intenso aceite, se solía coger el residuo para hacer el jabón casero que nuestr@s antepasad@s utilizaban como ancestral detergente para lavar la ropa en el arroyo.

¡Tiempos duros, sin duda, y de intenso reciclaje!

 DICHOS, REFRANES Y LETRILLAS

El aceite, como ya se ha dicho, era un producto imprescindible para la subsistencia en el mundo rural de antaño; como pasaba también con la tradicional matanza del cerdo. Hay una jota que escuché tiempo atrás en tierras de Castilla y León y que, a modo de rogativa, decía “Virgen de(aquí citaba a la patrona)/ te venimos a pedir/, garbanzos para la olla/ y aceite para el candil”.

Otra letrilla jotera se refiere al candil y a la alcuza con gran precisión lumínica a la hora de “despachar” a las visitas y dice así:” El candil se está apagando/ y la alcuza no “tié” aceite/ yo no digo que te vayas/ ni tampoco que te sientes”.

Añadir también que, en ese gran patrimonio oral que son los refranes, dichos y jotas populares, hay una que tiene que ver con las posesiones olivareras a modo de “ajuar”. Dice así: “Anda diciendo tu madre /que tienes un olivar/ y el olivar que tú tienes, ¡ay!,/ es que te quieres casar”.

Por otro lado, el aceite y el olivo han sido y son un gran referente y un recurso conversacional. Vayan estos dos ejemplos: Siempre te quieres quedar encima como el aceite”, cuando nos referimos a alguien que pretende mantener su criterio por encima de todos. Y este otro, para indicar que cada uno debe estar en su sitio, en su casa, en sus asuntos, en su trabajo y en sus menesteres…”Cada mochuelo, a su olivo”.

(*) Dar las gracias a Eloy Muñoz González, Juan Manuel Gómez Fernández y Juan Ramón  Navarro García por las fotos retrospectivas que han aportado a esta reseña.

 

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TIEMPOS DE “REBUSQUE” DE ACEITUNAS EN EL FONTANAREJO DE ANTAÑO

3 02 2020

 

Terminada ya la campaña de recogida de aceitunas 2019/20 en nuestro pueblo, decir que, en general, ha sido un año con peor cosecha que el anterior. Añadir que, además, se produjo un fenómeno meteorológico adverso que empeoró aún más el resultado, pues las jornadas de viento registradas durante algún día a mediados del mes de diciembre parece que tiró al suelo parte del fruto; unas olivas que, en muchos casos, se quedan sin acarrear.

Años atrás, cuando se iniciaba la recolección olivarera se solían recoger todas o casi todas las aceitunas del suelo antes de poner las mantas para el “ordeño” o el vareo. Y, una vez levantadas estas, se llevaba a cabo otro minucioso recorrido para localizar los frutos que se habían caído fuera del “manterío”. Y, si aún seguía alguna aceituna suelta, se quedaba tirada en el olivar para el denominado “rebusque”, una tarea que en tiempos pretéritos era frecuente en Fontanarejo.

Precisar que la Real Academia define el término rebuscar así: ”Recoger el fruto que queda en los campos, particularmente el de las viñas, después de alzadas las cosechas”

En nuestro pueblo, y en tiempos ya más lejanos, había personas que rebuscaban aceitunas una vez terminada la recogida de la cosecha, o espigaban tras la siega para sacar unos litros de aceite, o unos celemines o cuartillas de grano.

Reseñar, por otro lado, que el rebusco viene de muy antiguo y que era una tarea contemplada en épocas muy remotas. Por poner un ejemplo, la Biblia en el Antiguo Testamento,- (libros Levítico y Deuteronomio)-, y al hablar del amor al prójimo dice que no se espigue la tierra segada ni se rebusque el fruto caído de la viña y que se deje para los pobres, los necesitados y los forasteros.

La más que bimilenaria figura del rebuscador, está ya en plena extinción. No sólo por el hecho de que cada vez menos personas, afortunadamente, se dedican a ello por cierta necesidad; si no porque, además, las nuevas ordenanzas y leyes en vigor en la mayoría de las comunidades autónomas regulan la denominada trazabilidad de los productos agrícolas que permite comprobar el origen y el destino en el recorrido que va desde el transporte a la circulación, origen, recepción y venta de aceituna.

LA MUCHACHADA SALÍA DE “REBUSQUE”

Posteriormente a los tiempos remotos más duros, y ya en los años sesenta, el “rebusque” de aceitunas lo solía llevar a cabo, sobre todo, la muchachada que se sacaba unas pesetillas con los escasos frutos que lograban recoger. Algunos testimonios de paisan@s, que hoy están cerca de los setenta o más años, indican que “solíamos salir a rebuscar recorriendo los olivares una vez que ya estaban terminados y recogidos y en donde, por cierto, ya quedaban pocas o casi ninguna. Dábamos muchas “patás” hasta que lográbamos coger algunas olivas perdidas entre los cantos, la tierra y las piedras. Las llevábamos al lugar o sitio donde, casi siempre al atardecer, recogían las aceitunas de los olivareros de nuestro pueblo, y nos solían dar una o dos pesetas, más o menos, por cada latilla o kilo que entregábamos”, comentan algunos-as rebuscadores-as de entonces que hoy peinan ya canas y calvas.

¡Qué tiempos y qué ratos rebuscando minuciosamente…olivares arriba y olivares abajo!

Justo Muñoz Fernández

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LA LUMBRE DE LOS QUINTOS MARCABA LA NOCHEVIEJA Y EL AÑO NUEVO EN FONTANAREJO

29 12 2019

LOS MOZOS TRAÍAN ANTAÑO, EN CARROS TIRADOS POR YUNTAS, TRONCOS DE LA DEHESA TALADOS CON HACHA Y CALABUEZO, PARA PRENDER UNA GRAN HOGUERA EN LA PLAZA; TOSTABAN MIGAS AL AMANECER Y RECORRÍAN LAS CALLES PIDIENDO EL AGUINALDO ACOMPAÑADOS DE UN BORRICO ATALAJADO CON AGUADERAS Y UN CENCERRO

El ritual festivo se repetía siempre el último día de cada año y tenía como grandes figuras a los quintos. El tránsito de un año a otro, durante la denominada Nochevieja, lo protagonizaban en nuestro pueblo los mozos que les tocaba ir a la Mili, que eran los encargados de encender una gran lumbre, ya hiciera frío, lloviera, nevara o “chuciara”. El espectacular y puntual “lumbrerón”, alimentado con troncos de chaparros talados con hacha y calabuezo, lo prendían en la entonces Plaza Grande, hoy Plaza de la Constitución.

Indicar que la Real Academia define al quinto como “mozo desde que se sortea hasta que se incorpora al Servicio Militar”. Hablamos de los tiempos en los que “la Mili” era obligatoria, una prestación cuya obligatoriedad se suprimió en el año 2001.

Los quintos y el sorteo previo para conocer el destino de cada mozo fueron motivo de inspiración de numerosas jotas y letrillas en muchos lugares. Cito aquí algunas:

“Ya se van los quintos madre/ ya se va mi corazón/ ya se va quien me tiraba/

chinitas a mi balcón”.

“Vamos los quintos “pa” arriba/ que ya suenan las campanas/ y sabremos nuestra suerte/ “pa” unos buena, “pa”otros mala”

Los quintos, como digo, eran los encargados de prender la enorme hoguera con troncos y ramas de chaparros. Para ello se desplazaban el día 31 hasta la dehesa boyal de nuestro pueblo para recabar la abundante leña con la que alimentar la gran y simbólica lumbre que ardía durante toda la noche y buena parte del día siguiente. Eran tiempos, por otro lado, en los que la mayoría de los mozos trabajaban de pastores o gañanes en tareas agropecuarias por lo que era frecuente que muchos de ellos se incorporaran al grupo ya al atardecer, tras la jornada de trabajo, para ir a recabar la leña. También, según refieren nuestros informantes, siempre se pedía permiso al alcalde para poder cortar los troncos en la Dehesa. La recomendación de la primera autoridad solía ser cada año la misma: que no se talaran las encinas grandes y que la leña se sacara de “entreclarar” los matorrales. El hacha y el “calabuezo”, como ya he dicho, eran las herramientas cortantes que se utilizaban entonces para hacer una “buena chanbalá” y cargar los carros hasta los topes.

Algunos de los quintos de antaño, paisanos nuestros que hoy saltan ya de los setenta, ochenta y noventa años, comentan y recuerdan un sinfín de anécdotas de aquellas intensas jornadas en los aménes de cada mes de diciembre. Entre ellas, reseñar el año que, ya atardecido, volcaron un carro tirado por mulas y ya cargado de troncos. Fue en el Aguilero y tuvieron que levantarlo y volverlo a cargar en medio de un gran aguacero que caía en esos momentos.

Y también sacan a relucir yuntas y animales dóciles que, uncidos al ubio, tiraban estupendamente del carro cargado como fue el caso de las recordadas vacas “Limonera”, “Gallarda”, “Membrillera”, “Bragá”, “Azucena” o el toro “Cachorro” etc..

Decir, por otro lado, que era todo un acontecimiento ver entrar de noche por las calles del pueblo los carros cargados hasta los topes con troncos de chaparros; y también escuchar el sonido metálico de las yantas de las ruedas, que muchas generaciones tenemos aún grabado en nuestro archivo/recuerdo sonoro de infancia/adolescencia. Hay que tener en cuenta que por aquellos años la mayoría de las calles del pueblo estaban empedradas o eran de tierra pura y dura.

Una vez prendida la lumbre, que era celebrada y visitada durante toda la noche con gran regocijo por el vecindario, los quintos solían tostar, ya al amanecer, una sartén de migas para almorzar. Y, tras llenar la andorga con tan contundente “miguerío”, llevaban a cabo otro ritual que consistía en pintar con una cruz las puertas de las casas, corrales y pajares del pueblo. “Lo solíamos hacer con jalbiego elaborado con tierra blanca y pintábamos una cruz en las puertas, salvo en las viviendas en las que sus moradores estuvieran de luto por la muerte del algún familiar. En ese caso, se respetaba el duelo y no se pintaba la puerta. Utilizábamos pellejos sacados de pieles de ovejas o bien de piel de conejo o de liebre como hisopo para pintar”, comenta uno de los quintos que lo fue allá por el año 1955.

Cuando concluían de marcar las puertas, el grupo de mozos recorría las calles de nuestro pueblo, a modo de sonora ronda, pidiendo el aguinaldo. Y lo llevaban a cabo  acompañados con un burro al que colocaban un gran cencerro al cuello e iba atalajado con albarda y unas aguaderas de esparto para ir depositando en ellas los obsequios que recibían del vecindario: mantecados cocidos en los hornos; morcillas, tocino, chorizos y hasta lomo procedentes de la tradicional matanza del cerdo.

Por su parte, los quintos solían llevar una garrafa de vino y también era frecuente portar una botella de anís o de coñac para invitar a beber un trago mañanero a quien lo aceptaba. La guitarra, algunas veces el laúd o simplemente una zambomba solían ser los instrumentos para acompañar el canto de las jotas que entonaban los mozos de puerta en puerta, con parada “obligatoria” en las históricas esquinas del recorrido donde era muy tradicional cantar aún con más ímpetu y más alto. Vayan aquí algunas de aquellas letrillas joteras:

“Como sé que te gustan los garbanzos tostaos/ por debajo la puerta  te echo un puñao”

”¿Dónde estarán los quintos que no aparecen/ si estarán en Guadiana pescando peces”

“Tu madre te “tié” en casa con la puerta “cerrá”/ y la radio encendida/ chacarrá-chacarrá”

En las últimas décadas se solían cantar, además de las conocidas jotas, algunos villancicos de los más populares y tradicionales.

Con los aguinaldos recogidos, el grupo de mozos solía juntarse de nuevo al medio día del Año Nuevo o bien por la noche para comer o cenar y seguir con la fiesta. Si había baile, acudían al salón de la tía Adela y del tío Telesforo (QEPDescansen), o se  reunían a comer en casa de alguno de los quintos que, repito, eran los grandes protagonistas de esta tradicional fiesta fontanarejeña cada fin de año.

Tras la desaparición del Servicio Militar obligatorio tras un Decreto en el año 2001, la lumbre se ha seguido encendiendo por jóvenes que, año tras año, han apuntalado y mantenido esta singular tradición. Tras unos años, en los que se encendió la hoguera en diversos lugares del casco urbano, en la Nochevieja de 2018 se volvió a prender la lumbre en la Plaza de la Constitución, momento que recogen las fotos en color que acompañan este texto realizadas por Quintín Muñoz Arias el año pasado. La foto en blanco y negro, en la que se ve parte de la Plaza Grande con un carro y la calle Don Diego es de los años sesenta.

Sirva esta reseña retrospectiva para felicitar las fiestas navideñas 2019 y desear un buen, próspero y venturoso año nuevo 2020, que está ya a punto de entrar.

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“POSÁS”, REJALES, CORCHOS Y BIROS EN LOS MONTES DE FONTANAREJO

20 11 2019

La apicultura ha estado presente a lo largo de la historia en nuestro pueblo y así se refleja en las Relaciones Topográficas del Rey Felipe II del año 1.576, y en el catastro del Marques de la Ensenada de 1752, que cifra en 350 las colmenas que había entonces

Un grupo de amigos recorrimos “Posaesquiná” y “Posarrionda”, dos históricos asentamientos colmeneros

La apicultura ha sido una de las actividades más enraizada y continua en el término municipal de Fontanarejo a través de los siglos. Además de la trasmisión oral que nos habla de esta dedicación entre nuestros antepasados, existe documentación del año 1576 asegurando que en nuestro pueblo “la cosa que más se coge es miel”. Así lo reflejaron por escrito los enviados de la Corona que visitaron Fontanarejo un 7 de febrero del citado año 1576 y plasmaron el dato en un texto que se recoge en las “Relaciones topográficas del Rey Felipe II”. En el referido documento se habla que las tierras de Fontanarejo estaban cubiertas por carrascos, jara y alcornoques, bosques en los que, por aquél entonces, “se crian jabalíes, lobos, zorros, osos y otros animales feroces”.  En cuanto a la producción se dice que hay escaso trigo, vino y que es abundante la miel, la cera y algo de ganado. La población que había en ese instante es de 200 vecinos que vivían del laboreo de la tierra y de las colmenas.

Existen otros documentos posteriores, ya en el siglo XVIII, como el que encargó realizar el Marques de la Ensenada en el año 1752. En ese catastro de todos los bienes de la Corona de Castilla se cifra en 350 las colmenas que había en nuestro pueblo por aquél entonces. En el citado escrito se especifica que esos corchos son “de vecinos del lugar, de forasteros hacendados en el mismo, de cofradías de su iglesia y también del párroco del pueblo”. Hay que tener en cuenta que de los abundantes panales se saca también la cera, un apreciado elemento en aquella época pues se usaba, junto con los candiles de aceite, para el alumbrado en viviendas y para el culto y ceremonias en la iglesia.

Es decir, que las colmenas suponían una actividad muy importante para nuestros antepasados pues de ellas obtenían miel sobre todo para el consumo familiar y en ocasiones para la venta y también para el “trueque”, que era habitual en tiempos pretéritos; y, además, se obtenía, como se ha dicho, la necesaria cera que, además, era muy demandada por la ciudad de Toledo en aquellos siglos.

Por otro lado, hay que reseñar también que los habitantes de la zona, y entre ellos los apicultores, fundaron la denomina “Hermandad Vieja, entre 1220 y 1245, compuesta por leñadores, colmeneros y ballesteros para defenderse de los bandoleros y malhechores que actuaban al amparo de la difícil orografía del terreno”.

PARAJES, REJALES Y “POSÁS”

Un grupo de amigos vivimos una interesante “jornada colmenera” para rememorar la tradición apícola de Fontanarejo. En nuestro término municipal aún son visibles restos de viejas “posás” y también existe un paraje que se denomina “Morro del enjambraero”, lindando con el término se Alcoba.

Con el interés de conocer algunos de los sitios y apiarios donde se instalaban antaño los corchos, el grupo hicimos una ruta muy interesante pues tuvimos la oportunidad de conocer dos históricos asentamientos de colmenas denominados “posás”. En este caso pateamos, guiados por nuestros paisanos Ángel Alcaide Espinosa, “Posaesquiná” y “Posarrionda”, donde aún quedan restos visibles de los viejos recintos construidos en piedra a modo de corral, a veces redondo, para albergar y resguardar las colmenas de los depredadores, sobre todo de los osos que había en los montes siglos atrás.

Decir, por otro lado, que Ángel nos proporcionó un listado de paisanos nuestros que tuvieron colmenas desde el año 1946, así como los parajes más habituales para los asentamientos que, además de las ya referidas “posás”, son estos: Garganta de Los Nogales, Los Poyales, Vallehornillo, Las Laborcillas, Raso Martín, Barranco de Navalpino, Morro de los Arroyuelos, La Muñana, El Nucarejo, Las Pedrizuelas, El Guindalejo (Posaesquiná), Los Pantanillos, Barritote, Los Pinos, Las Pedrizuelas, El Puerto, El Zauceral, Cenicientos, Valdeja, Era de Navalpino, Los Pozos, El Tejar, La Volandera, La Graja, La Hontanilla, El Chozón, Riscos Blancos, Valdeja, El Jarraiz, Morro de la Centinela, La Pedriza del Fraile, La Viña, La Madroña, La Cerca Serrana, El Puerto, La Dehesa y Las Camachas.

CORCHOS Y BIROS

Otras de las tareas que se realizaban con intensidad y esmero era la elaboración de las colmenas con la corcha que se sacaba de los alcornoques. La extracción de esta corteza vegetal solía hacerse cada 7 años y se llevaba a cabo durante los meses de agosto y septiembre.

Los corchos, según nos narró Ángel, se solían elaborar/montar en el corral de la tía Salustiana, ubicado en la calle de la Iglesia que antiguamente se denominaba el “Rellano”. Cuenta nuestro informante que era frecuente ver a los colmeneros en la tarea de preparar los peculiares recipientes cilíndricos a base de cocer la corcha en un bidón. “Lo hacían en días malos de lluvia cuando no salían a otras tareas al campo. Allí se daban cita,-comenta Ángel-, y yo recuerdo que hervían la corcha en un bidón colocado en unas trébedes en una gran lumbre alimentada con jarones secos. Cuando ya tenían una pieza del corcho bien cocida, la curvaban con unas cuerdas e inmediatamente sacaban la otra parte y, tras hacerla también la gracia encorvada, recortaban las aristas con una navaja pues la corcha se corta muy bien cuando está caliente, y unían ambas piezas con biros hechos de jara, a los que se sacaba punta con una azuela”, explica Ángel. Decir que la Real Academia de la Lengua Española define la palabra biro como “clavo de jara”.

¿Se imaginan el ajetreo que habría en el voladizo de aquel corral en jornadas y ratos tan “colmeneros”? Hablamos sin duda de una singular tarea, ya en desuso, que daría un ambiente muy peculiar al casco urbano de Fontanarejo donde, por otro lado, estaban funcionaban a tope las fraguas para aguzar las rejas, los  potros para errar los animales, los gañanes con sus yuntas camino de las besanas etc. A todo ello hay que sumar la salida, puntual cada mañana, de los atajos comunales del vaquero, cabrero, yegüero y porquero que daban un toque rural y costumbrista a las calles de nuestro pueblo. !Qué tiempos, qué actividad y qué oficios!.

Justo Muñoz Fernández

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ÁNGEL ALCAIDE ESPINOSA RECIBE EL GALARDÓN “MIGUERO DE TOMO Y LOMO” POR SUS VALORES HUMANOS Y POR SER UN REFERENTE DE LA CULTURA RURAL Y DE LAS TRADICIONES LOCALES

13 11 2019

LA TERTULIA FONTANAREJEÑA “LAS MIGAS” RECONOCE PÚBLICAMENTE LA TRAYECTORIA PERSONAL Y LABORAL DE NUESTRO PAISANO

La tertulia fontanarejeña “Las Migas” entregó hace unos días su galardón “Miguero de Tomo y Lomo” a nuestro paisano ÁNGEL ALCAIDE ESPINOSA. Con esta distinción, los tertulianos reconocen los valores humanos y profesionales de Ángel, quien es depositario de una cultura rural y campesina adquirida a lo largo de toda una vida en la que ha sido pastor, vaquero, cabrero y labrador. Por otro lado, es un gran conocedor de nuestras tradiciones más seculares como la ya perdida “Mojiganga”, la singular “Media”, de la que fue “alcalde” durante más de 30 años; los mayos, las “Luminarias”, la Cabalgata de Reyes en la que protagonizó en los años sesenta el papel de heraldo montado a caballo, los ya desaparecidos festejos taurinos de antaño que se celebraban con motivo de las Fiestas de Agosto en la plaza montada con carros etc. etc. Por todo ello la tertulia “Las Migas” ha considerado que es merecedor de este galardón como reconocimiento a toda una trayectoria personal y laboral.

Ángel recibió como distinción la típica paleta de acero en la que lleva grabado su sombre y el título “Miguero de Tomo y Lomo”. También se le hizo entrega de una foto enmarcada en el que se ve al premiado en plena Dehesa Boyal de nuestro pueblo. Tras recibir estos regalos, el galardonado firmó en el libro de la tertulia y agradeció el detalle, echando la vista atrás para recordar algunos de los momentos vividos en nuestro pueblo a lo largo de los años.

Reseñar que la jornada fue intensa y enriquecedora. Iniciamos el día visitando, guiados por Ángel, dos históricos asientos de colmenas que en Fontanarejo se denominan “posás”. Nos desplazamos hasta “Posáesquiná” y “Posárrionda” donde aún quedan bien visibles restos de las paredes que albergaron, tiempo atrás, una intensa actividad apícola de la que se hará una reseña próximamente en este blog.

Tras el intenso itinerario, entre jarales, brezos y tomillares, celebramos el acto de entrega del galardón “Miguero de Tomo y Lomo” tras degustar una sartén de migas en el impresionante paraje de Valdepajares, en la casilla de Eloy. “Sartená” miguera que estuvo salpicada con abundantes tropezones a base de chorizo, bacalao, panceta, pimientos verdes y “chorruznos”, sardinas arenques, uvas (que trajo Ángel de su huerta), arrope y migas “canas”.

Ya en la tertulia, nuestro paisano recordó momentos de su larga trayectoria agropecuaria: salieron a relucir las intensas jornadas como vaquero en la Dehesa, las duras “noches de lobos” guardando el ganado, las yuntas para arar con la vaca “Piñana” o el toro “Atrevío”; las cargas de leña para alimentar la lumbre etc. Una larga experiencia rural que le lleva a Ángel a precisar, por ejemplo, cuando es el mejor momento para cortar los típicos “cabrios” que se sacaban de las madroñas y se utilizaban para las techumbres. Y el instante ideal para la tala es, según dijo, “en invierno, con la sabia de la madroña ya parada y con la luna “muerta” (cuarto menguante)”; o cual es el momento ideal para destetar los becerros, o para plantar los garbanzos, de los que citó una magnífica cosecha antaño en la que llegó a coger 25 fanegas.

En el contexto de la sobremesa/tertulia, vimos también un “manojo” de fotos retrospectivas en las que aparece Ángel en la ya referida Cabalgata de Reyes de los años sesenta, en el entrañable salón del tío Telesforo con otros mozos, a caballo con alguno de sus quintos trayendo las vacas del “sestero” hasta la plaza de carros, participando en una estudiantina/murga en los años cincuenta etc.

Por otro lado, Ángel recordó cuando, años atrás, se cantaban los mayos a las mozas del pueblo en las ventanas de las viviendas. En ese contexto de una fiesta tan celebrada en nuestro pueblo, nos entregó a cada uno de los asistentes una copia del “Mayo/romance del arado” y del “Mayo de la Santísima Cruz”.

Recordar que Ángel Alcaide Espinosa ha recibido este mismo año el galardón “Monteño Distinguido”, que le entregó la Asociación Cultural Montes de Toledo en una velada celebrada el pasado mes de julio en el castillo de Guadamur. También tiene la distinción “Romero Cencío” concedida recientemente por la asociación “Amigos de las Luminarias”.

Vaya desde este blog la felicitación para Ángel, un paisano merecedor de tantos reconocimientos, al que acaba de sumar el “Miguero de Tomo y Lomo” entregado por la tertulia fontanarejeña “Las Migas”. Enhorabuena.

J. Muñoz

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MIGAS DE VENDIMIA Y VINO CON OLOR, COLOR Y SABOR DE FONTANAREJO

10 10 2019

Celedonio Muñoz García, enólogo fontanarejeño, asiste a la tertulia “Las Migas” celebrada en Valdepajares

 Jornada miguera con ambiente vitivinícola. Celebramos el tiempo otoñal de vendimia, en este “veroño” con altas temperaturas, invitando a la tertulia fontanarejeña “Las Migas” a nuestro paisano y enólogo Celedonio Muñoz García. Entre cucharada y cucharada de migas, Cele nos ofreció una cata de cuatro de sus vinos elaborados por él mismo con uvas criadas en nuestro pueblo en los años 2015, 2016, 2017; y un “caldo” jovencísimo de la vendimia de este mismo año.

El encuentro tuvo como escenario el entrañable y singular sitio de Valdepajares, en la casilla de Eloy, donde nos comimos una sartén de migas con abundantes tropezones a base de pimientos verdes, pimientos “chorruznos”, chorizo, lomo, bacalao, panceta y uvas tintas de la vendimia de este año. También comimos granada y, para rematar, echamos un dulcísimo arrope y terminamos con unas riquísimas migas “canas”. Todo ello regado, como se ha dicho, con vinos de Fontanarejo comentados por su autor.

Tras “apretarnos la sartená”, llegó el tiempo de una larga y enriquecedora tertulia en la que disfrutamos escuchando a Cele hablar de viticultura: del viñedo, de la elaboración de vinos, de cosechas, de añadas, de terrenos favorables y de los factores climáticos, atmosféricos y medioambientales que influyen a la hora de obtener un buen “caldo”. Cele, que ha sido durante muchos años y hasta hace unos meses, presidente del Club de Vinos de Ciudad Real, cultiva en nuestro pueblo desde el año 2000 una viña que está ubicada en el paraje de “El Prado”. De los racimos que saca de esas cepas fontanarejeñas elabora un vino de autor que denomina “Pago de los Montes”, según pone en la etiqueta en la que también especifica que el tipo de uva es de la variedad merlot y que se trata de un vino artesanal y ecológico.

Hablamos también de sus inicios en el mundo de la viticultura, cuando tenía 17 años, en la Granja Escuela de Talavera; pasando después a la “Escuela de la Vid” en Madrid donde obtuvo el título de monitor en Enología. Cele ha impartido charlas y catas comentadas en numerosos lugares, incluida la Feria Nacional del Vino (FENAVIN).

En otro momento de la tertulia, hablamos de su gran afición musical pues, como se sabe, Cele toca la guitarra y el acordeón. Salieron a relucir las inolvidables y costumbristas rondas de quintos por las calles de nuestro pueblo, los toros que se celebraban en las Fiestas de Agosto en la plaza montada con carros, el acompañamiento del canto del mayo en la puerta de la Iglesia el día 30 de abril por la noche y en las Cruces de mayo. También recordamos los ratos de celebración con buena música tocada por Cele en el bar que regentaban sus padres en la calle Alcoba, en pleno Moralillo etc. etc.

En un momento de la tertulia echamos la vista atrás con un buen manojo de fotos retrospectivas de Fontanarejo y sus gentes. En alguna de ellas aparece Celedonio jovencísimo tocando el acordeón, como ya se ha dicho, en la “plaza de toros” fontanarejeña levantada con carros.

Celedonio firmó en el libro de invitados de la tertulia “Las Migas” y le entregamos un pergamino con la historia de Fontanarejo desde sus orígenes hasta nuestros días.También le regalamos un pañuelo verde como recuerdo de nuestras entrañables “Luminarias” de romero verde que los de Fontanarejo encendemos cada 30 de abril al atardecer.

Cele agradeció los detalles y leyó unos versos escritos por él para la ocasión en los que, entre otras cosas, dice:

 “Amigos  de la tertulia
de este encuentro tan miguero,
gracias por la invitación
por celebrarlo en el pueblo
este evento de importancia
que organizáis con esmero
unas veces en Madrid
otras en Fontanarejo.
Habéis celebrados varios
en locales hosteleros
regentados por amigos
paisamos de nuestro pueblo
tanto en el Mesón de Sancho, Casa Jacinto o de Pedro.
Estos actos culturales,
que muy bien
sabéis hacerlo,
propician el trato humano
y promocionan el pueblo”.

El encuentro y la plática se prolongaron, ya en el exterior de la casilla, hasta bien entrada la noche bajo una bóveda celeste sembrada de estrellas y con la luna alumbrando los morros y alrededores en un singular paisaje nocturno. Jornada completa.

J. Muñoz

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“PARA LAS FIESTAS DE SANTA ANA, PINTAN LAS UVAS; Y PARA LAS FIESTAS DE AGOSTO, YA ESTÁN MADURAS”

10 07 2019

MUCHAS CASAS DE FONTANAREJO TENÍAN ANTAÑO PLANTADAS PARRAS JUNTO A  LAS PUERTAS, QUE ADORNABAN LAS FACHADAS Y PRODUCÍAN UVAS QUE SE SOLÍAN CONSUMIR CON MIGAS, SOBRE TODO EN LAS ERAS

Las “parras urbanas” formaban parte antaño del paisaje urbano de nuestro pueblo. Era muy habitual sembrarlas y cuidarlas junto a las puertas de las viviendas del casco urbano fontanarejeño. Hasta hace unos años podíamos ver estas plantaciones en numerosas calles. Unas singulares e históricas parras que, por un lado, resultaban muy decorativas al adornar las blancas fachadas con sus pámpanos verdes; y por otro producían unas uvas muy estimadas en lo gastronómico. Muchas de estas parras, que también se plantaban en los corrales y patios de las casas, producían las denominadas uvas de “teta de vaca” que estaban deliciosas para acompañar las migas que se solían comer a la hora de almorzar en las eras cuando se trillaba.

Por otro lado, nos cuentan que este tipo de uvas las consumían muchas familias para acompañar las denominadas “sopas de tomate” que, años tras, se cocinaban frecuentemente en nuestro pueblo.

Añadir también que algún fontanarejeño, que ya salta los ochenta años de edad, nos indica que incluso con estas apreciadas uvas se elaboraba antaño un licor de aguardiente o de anís.

CALLEJERO Y REFRÁN

En el actual callejero de nuestro pueblo existe la calle las Parras, una céntrica vía que va desde la Plaza Chica hasta el singular “Charquillo”  donde antaño, como se recordará, se lavaba la ropa. En esa calle hubo, tiempo atrás, varias parras plantadas, como también estuvieron visibles hasta no hace muchos años en diversas calles, plazas y rincones de Fontanarejo como la Plaza Grande (hoy Plaza de la Constitución), en la calle Don Diego- (aquí, como se recordará, hubo una histórica verbena con parras a la puerta y en el interior)-, calle Alfar, calle Mendrugo, calle Paloma, calle La Iglesia, calle Los Rasillos, calle Alcoba, carretera de Arroba etc.

Las uvas de estas “parras urbanas”, de las que ya quedan muy pocos ejemplares en nuestro pueblo, solían estar en su mejor punto de maduración en la primera quincena del mes de agosto. De ahí el dicho local que indicaba: ”Para las Fiestas de Santa Ana, pintan las uva; y para las Fiestas de Agosto, ya están maduras”. Un refrán, que también se escucha en otros lugares de España con esta ligera variación:” Para Santiago y Santa Ana, pintan la uvas y para la Virgen de Agosto ya están maduras”.

Recordar que en nuestro pueblo las dos fechas principales del calendario festivo local, -junto con las “Luminarias”/San Felipe y Santiago-, son  las Fiestas de Santa Ana, el 26 de Julio; y las Fiestas de Agosto, el 15-16 de ese mes, estas últimas en honor a San Roque y a la Virgen de la Asunción.

FRUTO Y SOMBRA

Los propietarios de estas singulares “parras urbanas” las solían cuidar con esmero y, en algunas ocasiones, hasta se emparraba el ejemplar para que diera sombra, colocando un armazón para formar la correspondiente cubierta. Todo un ritual pues las parras se solían regar, se podaban cuando llegaba el mes de febrero dejando unas elegidas yemas de donde saldrían los posteriores racimos de uvas; se procuraba “aislarlas” de moscas y avispas, se cogían los racimos ya maduros para disfrute del consumo familiar etc. Unas esperadas y deliciosas uvas que frecuentemente, como hemos dicho, se destinaban para acompañar las “migas” que, durante el verano, se comían casi a diario en nuestro pueblo para almorzar. Contundentes y riquísimas migas, con “tropezones” a base de pimientos, chorizo, tocino y, a veces, chuletas fritas de chivo o de cordero. Si a todo ello sumábamos las uvas y, para rematar, el arrope suponía un potente alimento mañanero durante el estío en época de recolección cerealista, de era, de trilla y de “encerrar la paja”. Eran tiempos, sin duda, muy duros y de una gastronomía contundente; una época pretérita en la que habitualmente también se comía cocido al medio día y pisto o “asadillo” para cenar. Sin olvidar el riquísimo gazpacho con el que, a media tarde y para refrescar la solanera, se solía llenar la andorga a la sombra de una pared o de un “sombraje”. ¡Qué tiempos!

Sirva este texto, en vísperas de las Fiestas de Santa Ana 2019, para dar cuerda al recuerdo de una de las costumbres y de las vivencias del Fontanarejo de antaño: las “parras urbanas”.

Justo Muñoz Fernández

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“ZAMBOMBA, ZAMBOMBA; CARRIZO, CARRIZO”…

27 12 2018

LA PECULIAR ZAMBOMBA, ELABORADA ARTESANALMENTE CON LA PIEL SECA DE LA VEJIGA DEL CERDO TRAS LA TRADICIONAL MATANZA, ERA ANTAÑO EL ACOMPAÑAMIENTO SONORO PARA PEDIR EL AGUINALDO POR LAS CASAS DE NUESTRO PUEBLO

 

Estaba deseando que llegara la época de la tradicional matanza del cerdo, que solía coincidir con el final del otoño -(11 de noviembre festividad de san Martín)-, y el principio del invierno. La muchachada de Fontanarejo esperaba expectante el acontecimiento por dos motivos fundamentales: esa jornada no se solía asistir a la escuela y, además, l@s muchach@s se divertían de lo lindo con un ritual festivo-matancero que consistía por un lado en hacer migas en el paraje de “Las Tres Escalerillas” con la “pajarilla” y el testuz del guarro; y por otro en columpiarse en “el mecedor”, un rústico columpio que se preparaba con una soga colgando y atada a la rama de un chaparro u olivo. Eran, sin duda, otros tiempos inolvidables que aún perduran en el recuerdo de varias generaciones.

Y si, además, de tan celebrada y espera jornada matancera se obtenía la materia prima- (la piel de la vejiga del cerdo) -para elaborar la peculiar y tradicional zambomba, comprenderán que la “chiquillada” estaba contenta y feliz ante un acontecimiento tan atractivo como deslumbrante para un mundo infantil que, por aquél entonces, no conocía la televisión; y menos aún todo el mundo cibernético y digital posterior.

Hay que reseñar, por otro lado, que en algunos pueblos monteños de la zona también se hacían zambombas con piel de conejo tensada sobre un corcho, como se aprecia en la foto que acompaña este texto, facilitada por un amigo de Horcajo de Los Montes. La otra foto de zambombas que aparecen aquí me las han proporcionado unos amigos de Fernán Núñez (Córdoba).

Una letrilla de un villancico ya lejano reflejaba cómo el hato de los pastores y gañanes era, en tiempos pretéritos y de escasez, bastante parco: “Zambomba, zambomba; carrizo, carrizo/ los hombres del campo no comen chorizo/ que comen patatas y pimientos fritos”.

Volviendo al costumbrismo local de antaño, decir que el día de la matanza del gorrino era, tiempo atrás y como he referido, una jornada muy señalada en el calendario lúdico-gastronómico local. Hay un dicho que describe esa fecha como muy pantagruélica en el yantar: “Tres días hay en el año que se llena bien la panza: Jueves Santo, Viernes Santo  y el día de la matanza”. Cabe recordar que en la Semana Santa de antaño en nuestro pueblo se disfrutaba de una rica gastronomía a base de potaje con “pelluelas” y collejas, tortilla de espárragos silvestres, escabeche, arroz con leche, canutillos, rosquillas, “sapillos” etc.

ELABORACIÓN ARTESANAL DE LA ZAMBOMBA

En medio de tanto ajetreo matancero en el que se empleaba a fondo toda la familia y que se traducía en lavar las tripas del cochino, condimentar el “morondongo” y la “moraga”, embutir  las morcillas, los chorizos, despiezar los jamones, los tocinos, los lomos etc.….había siempre un momento importante que consistía en apartar la vejiga del cerdo para elaborar la tradicional zambomba. La citada casquería marrana se solía someter a un proceso de estezado sobre alguna madera o puerta y, a continuación, se inflaba soplando y dejándola orear unos días. Después se colocaba la piel, ya bien seca, atándola tensa con un bramante sobre la boca de un cántaro o puchero roto o en desuso y se le instalaba una paja en el centro, que en nuestro pueblo era habitualmente de centeno. ¡Y ya estaba lista para hacer sonar la ruidosa y ronca pieza!.

La artesanal  zambomba, junto con alguna pandereta, eran los instrumentos de acompañamiento que se utilizaban a la hora de acompañar los tradicionales villancicos que se cantaban por las casas cada día 24 de diciembre al anochecer. Se trataba de un curioso ritual protagonizado por bulliciosos grupos de muchach@s que se presentaban a la puerta de las casas y, tras golpear con el llamador, gritaban un contundente:”¿Se canta , o se reza?”. Tras recibir el consiguiente permiso de acceso, la cuadrilla entraba hasta la cocina y cantaban unos tradicionales villancicos acompañados por el inconfundible, ronco, monótono y fuerte sonido de las zambombas. Así comenzaba el cántico navideño”Tengan ustedes buenas noches/ Señor@s y señoritas/ Que una noche como esta/ Se reciben las visitas”.

Por otro lado, y si se había registrado algún óbito reciente en la familia, entonces se solía pronunciar un solemne “cuanto lo sentimos” y se rezaba un Padrenuestro y un Avemaría.

Tras el emotivo ritual, en forma de cántico o de rezo, se les solía obsequiar al grupo infantil con algún presente a modo de aguinaldo. En tiempos pretéritos y de escasez  incluso cuentan los más mayores que se les daba un puñado de castañas, nueces o bellotas. De aquí seguramente nacería esta letrilla de un villancico que se cantaba entonces: “No quiero bellotas rotas/ Ni castañas con “ventanas”/ Quiero lomo y longaniza/ Para almorzar por la mañana”. Después llegaron los presentes más gastronómicos dándoles mantecados, embutidos, lomo etc.. Y  ya más tarde recibían dinero como aguinaldo…. alguna peseta o “duro”.

Otra tradición fontanarejeña, marcaba que la jornada siguiente, el Día de Navidad, las cuadrillas que había pedido el aguinaldo por las casas la noche anterior, se juntaba en la vivienda de alguno de los componentes para comer unas migas, un arroz con pollo o lo que surgiera.

Sirva este texto con recuerdos del antaño más fontanarejeño para felicitar las Fiestas Navideñas y desear un venturoso y próspero año nuevo 2019, que está a punto de entrar.

J. Muñoz

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¡CUMPLEAÑOS FELIZ!

16 12 2018

LA «TERTULIA LAS MIGAS» CREA EL GALARDÓN «MIGUERO DE TOMO Y LOMO» CON MOTIVO DE SU V ANIVERSARIO.

NUESTRO PAISANO DON ÁNGEL ALCAIDE ESPINOSA ES EL HOMENAJEADO CON ESTE PREMIO POR SUS VALORES HUMANOS Y SUS CONOCIMIENTOS DEL MUNDO RURAL.

 
La “Tertulia las Migas” ha cumplido, ya, cinco venturosos años. Con tal razón, los tertulianos nos hemos reunido para celebrar tan grato acontecimiento en el restaurante Casa Jacinto, un agradable y acogedor rincón, gestionado por nuestra paisana Toni y su marido Jacinto, uno de los lugares habituales donde realizamos nuestras tertulias.
En este contexto conmemorativo, los tertulianos migueros acordamos instituir un galardón denominado “Miguero de Tomo y Lomo”. Esta merced se concederá a una de las personas invitadas a las tertulias realizadas a lo largo del año.
En este encuentro hemos compartido mesa y mantel para yantar un exquisito y pantagruélico cocido, otro de los platos del acervo culinario de Fontanarejo, nuestro pueblo. A los postres, nuestros anfitriones nos sorprendieron, gratamente, con una deliciosa tarta con el epígrafe: “Feliz aniversario”. Emocionados, cantamos el cumpleaños feliz. Muy placentera esta sorpresa inesperada.
En la sobremesa los tertulianos debatimos sobre qué persona designaríamos agraciado con el galardón recién instituido. Todos nuestros invitados eran meritorios del mismo. Al final, tras un intenso debate, decidimos elegir a don Ángel Alcaide Espinosa “Miguero de Tomo y Lomo”. Consideramos que es una persona polifacética: ha sido pastor, vaquero, cabrero y labrador. Domina todos los entresijos de las tareas agropecuarias. Conoce como la palma de su mano todo el patrimonio etnográfico de nuestro pueblo. Transmite con precisión, emoción y lucidez didáctica sus amplios conocimientos. Ha sido más de treinta años “Alcalde de Medias” manteniendo viva esta singular costumbre de nuestro pueblo. Es un privilegio tener personas como Ángel, un hombre bueno y cabal, testimonio vivo de conocimientos de una cultura que desaparece sin remedio.
Desde aquel lejano noviembre de dos mil trece, han transcurrido cinco años. En este lustro de vida, cincuenta personas han asistido a la “Tertulia las Migas”. Estas personas nos han ilustrado con sus conocimientos. Hemos aprendido mucho y se lo agradecemos. Gozan de nuestro respeto. Los tertulianos consideramos un lujo que hayan departido con nosotros en amenas y didácticas tertulias, compartiendo principios y valores. A todas ellas, nuestra consideración y aprecio.

La Tertulia las Migas desea a todas las personas felices fiestas navideñas y un venturoso año 2019.

Juan Manuel Gómez Fernández

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“LAS LUMINARIAS” DE FONTANAREJO, INCLUÍDAS EN EL INVENTARIO DE PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL DE CASTILLA LA MANCHA

7 12 2018

EL DOCUMENTO RECOGE 120 TRADICIONES, MANIFESTACIONES Y EXPRESIONES ETNOGRÁFICAS, RITUALES FESTIVOS Y COSTUMBRES DE LAS CINCO PROVINCIAS

El inventario de Patrimonio Cultural Inmaterial de Castilla La Mancha, que recoge un total de 120 tradiciones, manifestaciones etnográficas, costumbres y rituales festivos de las cinco provincias castellanomanchegas, incluye “Las Luminarias” de Fontanarejo, una ancestral tradición que mantenemos viva en nuestro pueblo y que consiste en quemar romero verde a las puertas de las viviendas cada 30 de abril al atardecer.

El trabajo para catalogar una amplia relación de manifestaciones y expresiones culturales que tienen que ver con el Patrimonio Cultural Inmaterial de toda la comunidad autónoma fue impulsado por la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha, tiempo atrás. El estudio se desarrolló en el marco del Plan Nacional de Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial que se promueve y se coordina desde el Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), una institución del Ministerio de Cultura y Deporte que tiene como misión la conservación, restauración, investigación, documentación y difusión del Patrimonio Cultural.

Las fichas del Inventario sobre el Patrimonio Cultural Inmaterial de Albacete, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara y Toledo recogen desde aspectos que tienen que ver con la identificación, el ámbito, la tipología y la denominación de las comunidades o personas relacionadas con el elemento patrimonial hasta una descripción escueta con sus orígenes documentales o atribuidos, elementos, procesos y patrimonio relacionado. También se reseña en el citado trabajo el marco espacial, el marco temporal y se incluyen los datos sobre el calendario y la periodicidad. Por último, la inscripción de los bienes culturales incluidos en el inventario plasma la documentación audiovisual y bibliográfica, en caso de que exista, así como  diversas observaciones sobre la investigación llevada a cabo.

En el capítulo del citado inventario patrimonial dedicado a las “Luminarias” de Fontanarejo se habla de que “los origen de esta tradición no están concretados documentalmente” y se precisa que se trata de “un rito colectivo de todo un pueblo en el que participa todo el mundo, desde los niños hasta los ancianos, heredado a través de las generaciones como expresión de la tradición popular, con un gran arraigo en el pueblo y que hace volver a la localidad a aquéllas personas originarias de allí pero que viven fuera, para participar con entusiasmo de esta fiesta que se mantienen muy viva”.

Por otro lado, en la ficha del citado estudio dedicada a las “Luminarias”  se indica como “los vecinos de Fontanarejo salen al campo para recoger romero verde, como lo colocan a las puertas de las casas, como lo queman todos a la vez cuando toca la campana de la iglesia inundándolo todo de un intenso y espeso humo”. También se describe en este trabajo documental como “al caer la noche, hacia las nueve, la campana de la iglesia repica a rebato dando la señal de que es el momento de comenzar a encender las hogueras. En unos instantes-sigue el texto- el humo cubre todo el pueblo y hace que sea prácticamente imposible ver nada mientras arde el romero; todo el pueblo queda inundado por el olor, el color y el calor creándose un momento mágico y singular. En esos momentos-dice la ficha- los vecinos abren las puertas y ventanas de sus casas para que el humo purificador circule por ellas y lo impregne todo”.

En el apartado que dedica este amplio estudio a observaciones se indica que “la ONCE ilustró el cupón fin de semana del 4 de mayo de 2013 a las Luminarias de Fontanarejo, en el que se podía leer:”La llamada de una tradición que perdura cada 30 de abril “. Esta última iniciativa fue impulsada en su día por la “Asociación de Amigos de las Luminarias de Fontanarejo” de quien se señala en el informe del inventario del Patrimonio Cultural Inmaterial de Castilla La Mancha que “ es un colectivo de personas que en los últimos años está trabajando por divulgar esta fiesta”En este sentido cabe recordar que la citada asociación lleva a cabo, entre otras iniciativas, un concurso anual de fotografía sobre las “Luminarias”, la edición de un calendario de bolsillo que se ilustra con la foto ganadora del citado concurso y la entrega cada año de los premios “Romeros Cencíos”, que se conceden a personas, entidades, colectivos etc, por su trabajo o trayectoria.

J. Muñoz

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LA TERTULIA FONTANAREJEÑA “LAS MIGAS” CREA UN GALARDÓN CON MOTIVO DE SU V ANIVERSARIO

21 11 2018

EL RECONOCIMIENTO SE ENTREGARÁ, POR VOTACIÓN DE LOS OCHO SOCIOS/TERTULIANOS, A UNA DE LAS PERSONAS QUE HAN ASISTIDO A LOS “ENCUENTROS MIGUEROS” A LO LARGO DE ESTE QUINQUENIO

UN TOTAL DE 50 INVITAD@S HAN PARTICIPADO EN LAS TERTULIAS, QUE ARRANCARON UN 19 DE NOVIEMBRE DE 2013, Y QUE SE HAN CELEBRADO EN TRES RESTAURANTES DE MADRID Y EN “CASILLAS” DE CAMPO DE FONTANAREJO

La tertulia fontanarejeña “Las Migas” cumple ahora cinco años. Fue un 19 de noviembre del año 2013 cuando se celebró el “primer encuentro miguero” impulsado por un grupo de fontanarejeños que residían en Madrid. A lo largo de estos 60 meses han asistido a la misma un total de 50 personas que han degustado un plato tan típico, campestre y apetitoso como son las migas y, a la vez, han participado en las tertulias de sobremesa.

Con motivo de este V aniversario desde el arranque de la tertulia, sus miembros han decidido crear un galardón, que se entregará a una de las personas que han asistido a las tertulias a lo largo de este quinquenio.

Los “encuentros migueros” se han celebrando en tres restaurantes ubicados en el centro de Madrid, dos de ellos regentados por fontanarejeñ@s “Casa Jacinto” y “ El Rincón de Sancho”; también en la Casa de Castilla La Mancha; y otras se han celebrado en “casillas” de campo enclavadas en singulares parajes de nuestro querido pueblo como “El Aguilero”, “Valdepajares” o “El Río”.

El primer invitado a la tertulia “Las Migas” en aquel noviembre de 2013 fue el abogado Miguel Muga Madrid, que vivió con su familia en Fontanarejo cuando él era niño y adolescente. El segundo invitado fue el conocido periodista Miguel Ángel Oliver, que era por aquel entonces director del informativo nocturno de la Cadena de televisión Cuatro, que es nieto de un fontanarejeño. Miguel Ángel es actualmente secretario de Estado de Comunicación del Gobierno de España. Después les siguieron paisanos, amigos y conocidos: David García, Angel de la Cuesta, Antonio Sánchez, Javier Ortega, Antonia Guijarro, Angel Alcaide, Conchita Goyanes (Q.E.P.D.), María José Goyanes y el hijo de esta Javier Collado; los hermanos Serafín y Jesús Simón; Daniel Domingo; Felipe Martín, Gregorio García, los hermanos Dolores, Jesús y Antonio Rodríguez; Amado Fernández , Eloy Muñoz, Manuel Domínguez, los hermanos Amelia y Silvio García, Baldomero Arias, Gabino Fernández, Tomás Muñoz, Cándido Arias, Elena Ortiz, Laura Martín, Toni Ochoa, Ceferino Muñoz, Eloy Muñoz, José Castillo, Isabel Rosa García, José María García, Emiliano Muñoz, Julia Alcaide, Máximo García , Mercedes García; Isabel Muñoz , Quintín Muñoz, Isabelo Castillo, Purificación Castillo, Antonio Pascual, Serafín Fernández y Enrique Muñoz.

A lo largo de estos cinco años, los tertulianos que forman este grupo, han compartido mesa y mantel con fontanarejeños y también con personas que estuvieron en su día en nuestro pueblo como, por ejemplo y como ya se ha comentado anteriormente, con las hermanas Goyanes, que vivieron allí en los años cincuenta cuando su padre José Goyanes era el médico del pueblo; Javier Collado (actor) que estuvo en nuestro pueblo hace 26 años; con el periodista Miguel Ángel Oliver que visitó con su familia Fontanarejo el año 2014; con María Ángeles Sánchez (escritora y fotógrafa) que estuvo en nuestro pueblo, para conocer de cerca, las “Luminarias” en el año 2004. También han asistido a la tertulia personas que no conocen Fontanarejo y a las que los tertulianos han invitado para vengan a nuestro pueblo en alguna ocasión, como es el caso de Carmen Manzaneque  (escritora y finalista del Premio Planeta) y Luis Landero (escritor y premio nacional de Literatura y de la crítica).

Todos los asistentes recibieron un pergamino que recoge la historia de Fontanarejo desde sus orígenes hasta nuestros días y también firmaron en el libro de invitados de la tertulia “Las Migas”, cuya portada puede verse en una de las imágenes que acompañan a este texto, y en el que dejaron plasmados sus mensajes, recuerdos, afectos y agradecimientos.

Por último reseñar que el diario LANZA de Ciudad Real se ha hecho eco en varias ocasiones de la tertulia “Las Migas”, que impulsan un grupo de fontanarejeños, y que ahora crean un galardón para celebrar este V aniversario desde el arranque de la tertulia. Comunicaremos en este blog el nombre que llevará  el reconocimiento y a quien se elige para este premio, un distintivo que saldrá de entre todas las personas que han asistido a los “encuentros migueros”.

 

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TODO EL ÁLBUM (pica en la foto de abajo)

V Aniversario Tertulia Las Migas





LA TERTULIA “LAS MIGAS” HOMENAJEA AL MATRIMONIO FONTANAREJEÑO PURA E ISABELO

1 09 2018

NUESTROS PAISANOS RECIBIERON UNA COMPOSICIÓN ENMARCADA CON LA HISTORIA DE FONTANAREJO JUNTO A UNA FOTO DE SU BODA. LA PAREJA FIRMÓ EN EL LIBRO DE TERTULIANOS INVITADOS TRAS ENTREGARLES EL PAÑUELO VERDE, RECUERDO DE NUESTRAS “LUMINARIAS”

Despedimos el caluroso mes de agosto dándonos un “baño” de paisanaje, de paisaje y de gastronomía autóctona. Degustamos unas exquisitas migas con abundantes “tropezones” en el inmenso contorno de Valdepajares, un encuentro organizado por la tertulia “Las Migas” como homenaje y reconocimiento a nuestros paisanos Pura e Isabelo, matrimonio querido y apreciado. El homenaje se desarrolló en dos actos: el primero se celebró en la casilla de Eloy en el citado rincón de Valdepajares; pero como al ágape no pudo asistir Pura, acudimos al día siguiente a su domicilio en Fontanarejo, donde el matrimonio nos recibió muy agradecido.

Isabelo Castillo Muñoz y su esposa Purificación Castillo Arias recibieron un cuadro en el que se enmarca un pergamino con la historia de Fontanarejo junto a una foto del día de su boda. Ambos firmaron en el libro de invitados de la tertulia “Las Migas”, donde plasmaron mensajes de gratitud, y también recibieron el pañuelo verde, como recuerdo de nuestras singulares “Luminarias” de romero. Todo muy simbólico y emotivo.

Nos “apretamos”, dicho en términos locales, unas riquísimas migas que tostaron y prepararon, con esmero para la ocasión,  Federico y Juanma. Entre los abundantes tropezones sobresalieron las sardinas, los pimientos verdes, el chorizo y el “bacalao”. Para finalizar la comilona hubo arrope y  leche fresca (migas “canas”). Como remate postrero nos comimos una exquisita y fresca sandía. Cojonudo todo.

La tertulia sirvió para dar cuerda el recuerdo y revivir momentos del ayer. Isabelo recordó su decisión, allá por el año 1967, de ingresar en la Guardia Civil, un Cuerpo de Seguridad del Estado del que ha formado parte en diversos destinos, hasta su jubilación, de la que disfruta desde hace unos años.

Salió a relucir aquel tiempo en los que Isabelo se compró un ciclomotor que le costó 12.000 pesetas de antaño (unos 72 euros de ahora); y cuando el litro de gasolina costaba 9 pesetas.

También hablamos del tiempo en el que Isabelo fue presidente de la Asociación de Jubilados y Pensionistas “Raíces de Fontanarejo”. Tres  años en los que, con el apoyo y la gran ayuda de Pura, llevaron a cabo importantes actividades entre las que destacan las 19 excursiones realizadas  para visitar ciudades, parajes y Patrimonio Cultural de España.

En un momento de la plática, salió a relucir el emotivo acto que organizó la citada asociación de jubilados, cuando era presidente Isabelo, en el que se rindió homenaje a tod@s l@s fontanarejeñ@s que por aquel entonces tenían cumplidos más de 90 años. Un acertado y recordado acto, celebrado en un abarrotado Salón Parroquial (antiguo Teleclub).

La tarde/sobremesa dio de sí también para ver un manojo de fotos retrospectivas con momentos del ayer relacionados con las antiguas escuelas y con recordad@s maestr@s; con tradiciones ya perdidas como la “Mogiganga” que se daba a los recién casados cuando la esposa era forastera; con los duros oficios de la siega y de la era; con las rondas de quintos o con el costumbrismo de las añoradas y recordadas verbenas de las Fiestas de Agosto.

Se nos hizo de noche y algunos de los asistentes, en plan “resopón”, cenamos  y también disfrutamos de una radiante luna que, casi llena, asomó alumbrando morros, valles y montañas. Impresionante.

Ya en la retirada dedicamos un rato a observar una inmensa e intensa bóveda celeste. Hubo quien se quedó allí hasta el amanecer para poder ver la primera luz del alba iluminando poco a poco el inmenso contorno de Valdepajares y alrededores: la Hoya de Zorongo, el Morro de los Arroyuelos etc., un instante que, por lo que cuentan, debe merecer la pena. A la próxima, alguno más nos apuntaremos a tan sugerente despertar.

J. Muñoz

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LOS MAYOS DEL 2018

7 05 2018

El pasado día dos de mayo, inauguramos la Cruz (Cruces de Mayo) que mi prima Adela Arias ha hecho en el antiguo Teleclub de nuestro pueblo. Habíamos quedado a las 22:30 para iniciar el evento por lo que muy puntuales allí nos presentamos mi esposa Loren, mi hijo Carlos y yo.  Me encontré una Cruz muy singular, con mucho significado y bonita, que habían creado mi prima Adela y sus amigas, también mi hermana Elena y me encontré un Teleclub lleno de gente de Madrid, Barcelona, Palma, Córdoba que habían venido al pueblo a pasar estas fiestas.

Cantamos a la Cruz, todos los allí presentes cantamos a la Cruz. En un primer banco sentados Dulce, Margarita, Teo, Nati, IsabelRosa y Adela, guiaban en el canto al resto de la sala. Yo a un lado con la guitarra, que ya había preparado con ritmo y acordes, para acompañar con interés y por qué no, con orgullo, el canto de la Cruz de mi pueblo. También hice un toque flamenco por soleá a la Cruz, pensando que era oportuno en aquellos momentos.

Mando este video, muy bien grabado por Modesta, a Juan Ramón y dejo en manos del lector, para que conozcan como se ha cantado el mayo este año 2018, disfruten de su escucha y se animen a venir a la Cruz, más que para que juzguen su interpretación. Por último, Adela nos invitó con un chocolate y unas pastas elaboradas por ella y mi prima Cipri.

Baldomero Arias

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Aprovechando la entrada de Baldomero os pongo las fotos de las Cruces de Piedrabuena en este 2018. Impresionantes las curces de brezo.

—Pica en la foto de abajo—

Cruces de Piedrabuena 2018





TIEMPO DE COLLEJAS, “PELLUELAS” Y POTAJE

23 03 2018

FONTANAREJO CONSERVA UNA RICA GASTRONOMÍA EN SEMANA SANTA CON PLATOS TÍPICOS QUE SE COMEN, SOBRE TODO, EL JUEVES Y VIERNES SANTOS

Con la llegada de la Semana Santa, Fontanarejo pone sobre la mesa una rica tradición culinaria que, año tras año, tiene su máximo exponente en las jornadas del Jueves y el Viernes Santo. Durante esas señaladas fechas del calendario festivo y gastronómico sobresale, entre todos los platos, el riquísimo potaje al que, además de los correspondientes garbanzos y espinacas, se le suele acompañar con las peculiares  collejas. Para quien no las conozca, decir que la colleja es una singular verdura silvestre que la Real Academia Española (RAE) describe como una “hierba de la familia de las cariofiláceas, de 40 a 80 centímetros de altura, con hojas lanceoladas, blanquecinas y suaves, tallos ahorquillados y flores blancas en panoja colgante,y se come en algunas partes como verdura.” En las imágenes podemos ver la planta de la que se extraen las hojas para su posterior cocción. Al potaje se le acompaña también con las singulares “pelluelas”, una masa en forma redonda u ovalada que se elabora con pan rallado, huevo, perejil y ajo. Por último, el peculiar puchero local hay personas que lo suelen aderezar con un sabroso preparado a base de tomate empapado en vinagre, clavo y azafrán. Buenísimo

La Semana Santa en España, declarada el pasado año por el Consejo de Ministros como Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial, es un fenómeno plural que aglutina valores religiosos, culturales y sociales. Y un apartado especial es, sin duda, el relacionado con la alimentación pues la Semana Santa ofrece cada año en numerosos rincones de las diversas comunidades autónomas una gastronomía específica de esas fechas que van desde los variados potajes de vigilia a las típicas torrijas, los escabechados, los hornazos, el “pa torrat”, los pestiños, las “monas de pascua”, las rosquillas etc.

En nuestro pueblo, además del citado potaje con collejas y “pelluelas”, es muy habitual comer también durante los días de Semana Santa la sabrosa tortilla de espárragos silvestres, el escabeche de bacalao, las natillas, los “sapillos”, el arroz con leche, los “canutillos” y las rosquillas. Todo ello marca un peculiar costumbrismo culinario local que tiene también, sin duda, un exquisito carácter identitario. El diario LANZA de Ciudad Real recogió hace dos años un reportaje sobre esta ancestral costumbre en una página que se acompaña en las imágenes.

Desde tiempo inmemorial, los de Fontanarejo hemos disfrutado durante el Jueves y el Viernes Santos de una abundantísima y exquisita comida que, afortunadamente, se ha sabido conservar y transmitir a lo largo del tiempo. Recuerdo que de pequeño escuchaba un simpático dicho popular que lo resumía así: ”Tres días hay en el año que se llena bien la panza, Jueves Santo, Viernes Santo y el día de la matanza“. Pues eso, a disfrutar de la tradicional gastronomía local en estos días de la Semana Santa 2018, y….  !!buen provecho !!

Justo Muñoz

 

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ESCABECHE

gastronomia

Gastronomía Semana Santa





“NO QUIERO BELLOTAS ROTAS NI CASTAÑAS CON VENTANAS”…

24 12 2017

LOS MUCHACHOS DE FONTANAREJO PROTAGONIZABAN ANTAÑO, CADA 24 DE DICIEMBRE AL ANOCHECER, UN TRADICIONAL RECORRIDO POR LAS CASAS DEL PUEBLO  CANTANDO SINGULARES VILLANCICOS Y PIDIENDO EL AGUINALDO

 

Justo Muñoz Fernández

 

Ocurría cada Nochebuena al atardecer, entre dos luces. Los chavales de Fontanarejo protagonizaban antaño un bullicioso ritual festivo que tenía como recorrido las calles del casco urbano y como escenario las cocinas de las viviendas de nuestro pueblo. Los muchachos, provistos sobre todo de artesanales zambombas y alguna pandereta, se organizaban en grupos para ir pidiendo el aguinaldo por las casas cada 24 de diciembre al anochecer. Llamaban a la puerta de las viviendas al grito de «¿Se canta o se reza?». Tras escuchar la respuesta de los moradores de la casa, que solía ser un también sonoro …!adelante!, los zagales llegaban hasta la cocina y, formando un corro al rescoldo de la lumbre, o rezaban un solemne Padrenuestro si se había registrado algún óbito reciente en la familia o cantaban un singular villancico. En otros casos salía a la puerta algún miembro de la familia y les daba el aguinaldo sin que cantaran ni rezaran.

Si, una vez en el interior, se les daba licencia para cantar, que era lo más frecuente, el villancico más tradicional decía, a modo de presentación, lo siguiente:

«Tengan “ustés” buenas noches, señores y señoritas/ que una noche como esta se reciben las visitas./Ya hemos “dao” las buenas noches y “ustés” las habrán oído/ ahora vamos a cantar el nacimiento del Niño. /Aquí nació el Niño, en este pesebre/ entre pajas lleno y nada de verde».

A continuación se entonaba una letrilla muy singular refiriéndose por sus  nombres al matrimonio de la casa, que decía así: «¿Quién es ese caballero?, que en la silla está sentado/ si será el señor (nombre del marido), Dios le guarde muchos años. /No lo digo por su hacienda, ni por lo que me ha de dar/ es la señora (nombre de la esposa), que es la flor de este lugar./Señora (nombre de la esposa), no se enfade usted, que estas son coplillas que van para usted”.

Acabado este cántico se hacía un llamamiento al denominado «mochilero», que era un miembro del grupo que se quedaba en la puerta o en el portal de la casa esperando la llamada para entrar en acción. Y se le citaba en estos términos: «!Entra, entra mochilero/ con la mochila en la mano/ que te den el aguinaldo, que nosotros ya nos vamos». Ese era el momento en el que se les daba el aguinaldo a los muchachos. Aguinaldo que solía ser o unos embutidos de la reciente matanza casera del cerdo o unos mantecados o incluso, en tiempo más duros, un puñado de castañas o de bellotas. Como crítica hacia este último «agasajo» surgió otra simpática letrilla que señalaba lo siguiente:….«! No quiero bellotas rotas/ ni castañas con «ventanas»/ quiero lomo y longaniza/, para almorzar por la mañana»!

O este otro que decía, en plan positivo:“Cuchillito nuevo veo relucir/ lomo y longaniza nos van a partir”.

Con los aguinaldos recogidos por el mochilero de la cuadrilla, los chavales solían hacer una comida o se lo repartían a partes iguales.

Otro de los villancicos, con un claro mensaje solidario, que se solía cantar en Fontanarejo en aquélla recordada Nochebuena de nuestro pueblo era el siguiente:

«!Madre!, en la puerta hay un niño/ mas hermoso que el sol bello/ yo digo que tiene frío por que viene medio en cueros/. Pues dile que entre, se calentará/ porque en este Mundo ya no hay caridad”. 

Vayan, por último, estas dos letrillas de sendos cánticos navideños que también se entonaban antaño en nuestro pueblo:

“María les fue a pedir/ limosna a unos ganaderos/ y le dieron cuatro panes y la mitad de un cordero/, y San José dijo gran limosna es esta / vámonos María a poner la mesa”.

“Zambomba, zambomba, carrizo carrizo/los hombres del campo no comen chorizo/ que comen patatas y pimientos fritos”.

Sirva este recuerdo de una de las tradiciones en la Nochebuena de antaño en  Fontanarejo para felicitar desde este blog las Fiestas Navideñas 2017 y desear un venturoso año nuevo 2018, que está a punto de entrar.

 

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UN TIEMPO PRETÉRITO CUANDO EL GANADO CRUZABA POR EL PORTAL DE LAS CASAS DE FONTANAREJO PARA LLEGAR HASTA EL CORRAL

14 12 2017

VACAS, CABRAS, CERDOS, YEGUAS ETC. PASABAN POR EN MEDIO DE LAS VIVIENDAS CAMINO DE LAS TENADAS, LAS ZAHÚRDAS, EL ESTABLO O LOS PESEBRES

Justo Muñoz Fernández

La escena se repetía, jornada tras jornada, en la mayoría de las casas de Fontanarejo. Y sucedía, sobre todo, por la mañana y en los atardeceres. A esas horas vacas, cabras, cerdos,  asnos, yeguas etc. regresaban o salían al campo y, para llegar hasta las tenadas, las pesebreras, las zahúrdas, los corrales o la calle, cruzaban por en medio de la vivienda que era, casi siempre, el portal de la casa. Semejante trasiego ganadero estaba ya tan asumido e interiorizado por los moradores, y también tan repetido por los propios animales, que apenas acarreaba excesivos trastornos.

Lo malo, y lo más impertinente, era cuando alguno de los animales se cagaba en mitad del portal, que frecuentemente estaba empedrado, sobre todo las vacas y más aún cuando comían verde en primavera. Pero, en fin, ese era un riesgo que había que asumir y, cuando sucedía el inesperado “incidente”, enseguida se tiraba de escoba, de bayeta y, años después, de fregona para dejarlo todo como los chorros del oro.

Hay muchas anécdotas relacionadas con ese costumbrismo del paso animalista por las viviendas. Vaya una como muestra: El escenario fue uno de los bares que había en Fontanarejo. En uno de ellos estaba el médico del pueblo en la barra tomando unos “chatos” con otro colega. Ambos daban la espalda a la zona por donde pasaba el ganado y, al girarse, se toparon con una enorme vaca de yunta que, pacíficamente, cruzaba buscando el establo y los pesebres. Los dos galenos se dieron un buen susto pues ambos, además de ser “urbanícolas”, jamás habían visto una vaca tan grande ni, sobre todo, tan cerca. Uno de  los protagonistas de esta simpática anécdota me contaba hace poco, con mucho gracejo y recordando con afecto aquéllos inolvidables tiempos, que hasta  estuvo a punto de subirse en la barra del bar para intentar protegerse del astado. Todo quedó en un susto y ambos siguieron tomando unos vinos, ya más tranquilos, al ver que el animal ni se inmutaba, ni les miraba y proseguía tranquilamente su recorrido camino del pesebre.

Los atajos de ganado comunales, como era el vaquero, porquero, cabrero y yegüero, marcaban los atardeceres y los amaneceres de antaño en Fontanarejo con decenas de animales por las calles del casco urbano buscando sus respectivos corrales. Todo un ritual ganadero-costumbrista del que ya, apenas, quedan resquicios en las viviendas de nuestro pueblo. Un tiempo pasado que muchos mantenemos fresco en la memoria cada vez que damos cuerda al recuerdo de nuestro ayer más reciente y querido.

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Y es que, en aquellos tiempos pretéritos, era frecuente además que en las casas hubiera gatos, para mantener a raya a las ratas; perros para la caza o para el ganado y, a veces, hasta un perdigón o perdiz para cazar al reclamo. Ya en el corral, el catálogo animalista podía ser abundante con gallinas, conejos, palomos y, en ocasiones, hasta, algunos patos o pavos.

También era normal y frecuente, que los niños,  alimentáramos y diéramos de comer alguna cría de tórtola, perdiz, paloma, liebre, codorniz, urraca etc. que nos habían traído nuestros padres del campo. Eran, sin duda, otros tiempos en los que estaba muy asumido el tener animales domésticos o de labranza en las dependencias de la casa: en el corral, la tenada, la cámara, la zahúrda, el pajar, el establo… y hasta en la misma cocina donde ardía la lumbre rodeada de pucheros y también se guisaba. Aquí, al rescoldo de las brasas, se podía ver antaño al gato o incluso algún perdigón/perdiz instalado en su jaulero de madera, que solía estar colgado de la pared y en lugar preferente. ¡Qué ambiente tan entrañable, recordado y ya desaparecido!

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“III ENCUENTRO DE VERANO” EN FONTANAREJO CON TRES EXPOSICIONES Y UNA CHARLA-COLOQUIO

4 08 2017

LAS ACTIVIDADES CULTURALES, ORGANIZADAS POR LA ASOCIACIÓN “AMIGOS DE LAS LUMINARIAS”, SE CELEBRARÁN ENTRE EL 14 Y EL 18 DE AGOSTO EN EL SALÓN-CASA PARROQUIAL Y EN EL CENTRO SOCIAL POLIVANTE

La asociación “Amigos de las Luminarias Fontanarejo”  ha organizado el  “III Encuentro de Verano”, que se celebrará entre los días 14 y 18 de este mes de agosto en nuestro pueblo. Un total de tres exposiciones y una charla-coloquio forman la programación cultural que se ofrecerá durante esas fechas a los fontanarejeños y visitantes.

El Salón Parroquial acogerá entre los días 14 y 18 la exposición “Pintoras y Pinturas”, una muestra  en la que se podrán contemplar obras de Eloisa Fernández Romero, Caridad Pizarro Fernández y Marina Fernández Ruiz. Estas tres pintoras, con raíces fontanarejeñas, nos mostrarán algunos de sus cuadros realizados al óleo, carboncillo, pastel, acrílico etc. en los que plasman desde rincones y paisajes de Fontanarejo a temática general.

En el mismo Salón Parroquial se podrá ver durante las mismas fechas la muestra “Madera de artistas”, en la que se expondrán tallas y esculturas realizadas en madera y en corcho por José Bernardo Giménez Martín y Juan Carlos Rodríguez Almansa.

Por otro lado, en la Casa Parroquial estará abierta al público, también del 14 al 18,  la exposición “Naturaleza viva”, con fotografías realizadas por nuestro paisano Emiliano Muñoz García en las que capta con su cámara rincones, paisajes, flora y fauna fundamentalmente del término municipal de Fontanarejo.

Las tres exposiciones se podrán visitar del 14 al 18 en horario de 12 a 14 horas y de 19,30 a 21 horas.

Para cerrar este “III Encuentro de Verano”, el día 18 habrá una charla-coloquio bajo el título “Tal como hablamos”, una recopilación del vocabulario local, que correrá a cargo de Juan Manuel Gómez Fernández, miembro de la asociación “Amigos de las Luminarias”. El acto se celebrará a las 21 horas en el Centro Social Polivalente (antiguas escuelas).

Han colaborado en este “III encuentro de Verano” el Ayuntamiento de Fontanarejo y la Parroquia del pueblo, cediendo las instalaciones en las que se colocarán las tres exposiciones y el centro donde se celebrará la conferencia. La asociación “Amigos de las Luminarias” agradece a ambas instituciones su generosa e importante colaboración.

 

III Encuentro de verano -DEF





“LUMINARIAS” DE FONTANAREJO: UN INTENSO SAHUMERIO DE TRADICIÓN Y COSTUMBRISMO”

1 05 2017

Justo Muñoz Fernández

 

Cuando Fontanarejo, mi pueblo, encendió ayer al atardecer sus “Luminarias” de romero verde se cumplió, un año más, una costumbre que viene de lejos. Si una buena parte del éxito y de la garantía de continuidad de las tradiciones se basa en el relevo, los fontanarejeños estamos orgullosos de haber cogido con entusiasmo el testigo que nos pasaron nuestros antepasados y de haberlo entregado a los jóvenes que, cada vez más, se suman a esta celebración ancestral que nos llena de emoción, de paisanaje, de sentimientos y de vivencias en común.

Previamente al encendido de las lumbres, los lugareños reviven puntualmente el hábito de salir al campo a recoger el romero con el que se “alimentan” las hogueras que arden al unísono a las puertas de las casas. Siempre es al anochecer, entre dos luces, cuando repica la campana de la iglesia que sirve de aviso para quemar las “Luminarias”. Dicho y hecho: en unos minutos queda impregnado todo el casco urbano por el inconfundible olor que despide el romero y por el espectacular color blanco del humo que lo envuelve todo. Antaño, -algunas personas lo siguen rememorando ahora simbólicamente-, se abrían las casas, las cámaras, las tenadas, las trojes, los establos etc. en lo que podía considerarse una ancestral práctica en un afán purificador de las dependencias.

El origen de este antiguo rito, que se revive cada 30 de abril a la misma hora, no está datado documentalmente. Por transmisión oral, hemos escuchado a muchos paisanos longevos contar que sus antecesores ya referían que pudo tener un principio epidémico debido a alguna enfermedad que, siglos atrás, asolara el municipio y que se recurriera a este gran sahumerio a modo de desinfección. Otras versiones se inclinan por ver en las “Luminarias” un homenaje a los patronos del pueblo, San Felipe y Santiago, que salen cada día uno de mayo en procesión por las calles del pueblo. Sea por una cuestión, por la otra, o quizá por ambas a la vez, lo cierto es que los de Fontanarejo mantenemos vivo este apreciado hábito cada último día del mes de abril al que hemos dado continuidad a lo largo de tantos años y ha calado de generación en generación. Se trata de un instante sublime que se repite puntualmente en ese siempre esperado atardecer abrileño. Hablamos de un ansiado momento que no sólo se traduce en el encendido de la lumbre sino que, además, en ese prender el romero también afloran los recuerdos a nuestros antepasados que ya no están con nosotros, o a los que no han podido acudir al pueblo por circunstancias y por motivos diversos. Algunos de esos fontanarejeños ausentes en estas “Luminarias 2017” nos sumamos anoche, desde lejos, en la vivencia y en el sentimiento de un patrimonio que compartimos.

Vaya para terminar una reflexión: creo que sería bueno que una calle, una plaza o un rincón del pueblo se dedicara y llevara el nombre de “Las Luminarias” o del “Treinta de abril”. Con ello estaríamos perpetuando un inconfundible e imborrable mensaje a todos los fontanarejeños que, año tras año, encendieron las seculares lumbres de romero verde, las siguen prendiendo y las seguirán quemando. Todos, en definitiva, se calentaron, se calientan y se calentarán al rescoldo de una viejísima tradición que, estoy seguro, seguirá perdurando pues nuestra peculiar costumbre nos infunde un sentimiento común y un valor de identidad.

En la distancia me uno desde este blog al grito que se escucha en mi pueblo durante estos días tan señalados en el calendario festivo local…. ¡Viva las “Luminarias”!, ¡Viva San Felipe y Santiago!

(*) Artículo publicado en el diario LANZA de Ciudad Real el día 1 de mayo de 2017

 

 
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