LAS “REDES SOCIALES” DE ANTAÑO EN FONTANAREJO: LA BARBERÍA, EL ARROYO Y LA FRAGUA ERAN SITIOS PARA LA COMUNICACIÓN

22 09 2021

“Los hombres en la fragua lo cuentan todo, igual que las lavanderas en el arroyo”. (Letrilla de la época)

Situémonos en el Fontanarejo del siglo pasado y recordemos que hace tan solo sesenta años, en 1960, nuestro pueblo tenía censados 1.023 habitantes. La agricultura y la ganadería eran las actividades principales en un municipio en el que las tareas agropecuarias suponían el sustento y la principal fuente de ingresos para la mayoría de las familias.

En 1970, por citar un año de referencia, en nuestro pueblo había 170 cabezas de ganado vacuno, muchas de ellas destinadas a yuntas para las tareas del campo. Añadir que la cabaña ganadera por aquél entonces era, además de las vacas, de 3.000 cabezas de ganado ovino, 2.800 de cabrío y 154 de caballar.

En ese contexto socioeconómico, y en el mismo año 1970, un estudio refiere que había en Fontanarejo 13 televisores, de los cuáles seis estaban instalados en locales públicos: Teleclub y bares. Otros medios audiovisuales eran, en el citado año, 7 tocadiscos, 3 magnetófonos, 3 proyectores de diapositivas y una máquina de cine de 16mm.

Por otro lado, nuestro pueblo en marzo de 1970 carecía de agua corriente y las casas se surtían de agua de las cinco fuentes públicas que existían en diferentes puntos del casco urbano.La ropa se lavaba en el arroyo hasta la .inauguración del lavadero público (adjuntamos una foto del singular edificio), que contaba por aquél entonces con 30 pilas y tres duchas.

Dicho todo lo anterior, imagínense el ajetreo diario que se debía registrar en tres sitios concretos: La fragua, donde se acudía para herrar a los animales, para aguzar las rejas, los azadones etc., el arroyo, a donde había que desplazarse con las cestas para lavar y tender la ropa; y la barbería, a donde se iba para afeitarse y cortarse el pelo (adjuntamos dos fotos del local que albergaba una de las antiguas barberías/peluquerías ubicada en la Plaza Chica). En definitiva, que estos tres espacios eran el escenario ideal para la plática y también para contar y enterarse de las cosas que sucedían en nuestro pueblo (“las noticias, vuelan”, que dice el dicho.

La barbería, el arroyo y la fragua, eran entonces en nuestro pueblo, por decirlo en lenguaje actual, las “redes sociales”. Y hubo un tiempo que funcionaron en Fontanarejo hasta tres fraguas, dos barberías y numerosos parajes en regueros y arroyos de nuestro término municipal donde se lavaba la ropa. ¡Qué ambientazo debía haber en los amaneceres de antaño (fraguas), en los atardeceres de entonces (barberías) y en las horas centrales del día (arroyos). Cuentan algunos testimonios como, sobre todo en invierno o en días de lluvia y al rescoldo de la estufa bien alimentada de cepas, había algunos clientes que pasaban largos ratos en la barbería dándole al palique o haciendo acopio de novedades locales.

Hay que señalar también, según los testimonios recabados entre paisan@s, que en aquéllos espacios, y tal como establecían las normas sociales de la época, estaban limitados/vetados a las mujeres, en el caso de la fragua y la barbería; y a los hombres en los lugares donde se lavaba la ropa en el arroyo.

Una letrilla de una jota de la época lo definía así: “Los hombres en la fragua lo cuentan todo, igual que las lavanderas en el arroyo”.

Años atrás me contaba, con mucho gracejo, una paisana ya fallecida, el singular método que utilizaba cuando lavaba en el arroyo para avisar a su novio, que estaba alejadísimo del cauce cuidando el ganado, que podía acercarse para verla y charlas un rato. Cuando esta mujer observaba que ya no había ningún tipo de presencias molestas ni de inconvenientes, se ponía a cantar a voz en grito esta letrilla:” Me pareces un ladrón/con ese sombrero gacho/ me pareces un ladrón/ yo no digo de dinero/digo de micorazón”. Y este cántico jotero era la contraseña secreta que tenían acordada entre la pareja para que el hombre, que más tarde fue su marido, supiera, al escuchar el singular cántico, que podía acercarse para verla a pie de charco y de piedra de lavar. ¿Se imaginan la escena?

Lo dicho, la fragua, el arroyo y la barbería eran espacios de comunicación en los que se sacaban a relucir las novedades y los temas más variopintos del momento. Eran, llevado al lenguaje más actual, las “redes sociales” de antaño en nuestro pueblo.

Justo Muñoz Fernández

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